Las termitas viven en colonias que aprovechan ciertas especies por medio del inquilinismo.
El inquilinismo es la relación que se establece entre dos seres vivos cuando uno vive en el refugio del otro o incluso en el interior de su cuerpo o sobre él, aunque sin perjudicarlo ni afectarlo. El inquilino asume el rol de comensal: se beneficia del vínculo con la otra especie y no le causa daño ni le aporta algo positivo.
TemasSin perjuicio del hospedador
Estas consecuencias de la interacción definen al inquilinismo y lo diferencian del mutualismo (que ayuda a quien hospeda) y del parasitismo (que damnifica al hospedador). En el caso del inquilinismo, el inquilino se favorece al conseguir amparo pero sin causar una desventaja al otro organismo.
El inquilinismo, en definitiva, es una interacción entre individuos de diferentes especies. Una de ellas se beneficia al conseguir resguardo, mientras que a la otra le resulta indiferente.
Insectos
Podemos encontrar múltiples ejemplos de inquilinismo en la naturaleza. Hay insectos que residen en las madrigueras que crean los ratones, comiendo hongos y residuos. Los casos más comunes se dan en coleópteros y dípteros, y también se apoyan en esta relación para usar los recursos de otros insectos, como ser su alimento, sus nidos e incluso sus habilidades físicas para protegerlos de sus depredadores, como si fueran guardaespaldas.
Cuando el inquilinismo se da entre diferentes especies de insectos, la que es explotada es de tipo social, y en base a su nombre se crea el de la relación particular. Por ejemlo, el inquilinismo conocido como termitofilia es aquél que aprovecha los recursos de las termitas.
Los insectos sociales viven en colonias que se organizan perfectamente para subsistir, cubriendo todas las necesidades de su población, tanto la comida como la protección. Por esta razón resultan tan tentadores para otras especies. Como es lógico, no es fácil llegar a un hormiguero e instalarse para ser atendido como un miembro de la nobleza; por el contrario, el inquilinismo requiere tácticas de adaptación para recibir los favores de los hospedadores.
Los escarabajos estafilínidos, por ejemplo, tienen las herramientas necesarias para infiltrarse en los hormigueros y conseguir que los alimenten, ya que se posan de la misma manera que las larvas de hormiga cuando esperan comida por parte de las adultas. También podemos mencionar a ciertas especies de mosquitos que aprovechan el líquido de las plantas insectívoras para vivir y reproducirse. No sólo usan los nutrientes de las presas, es decir de otros insectos, sino que la planta los defiende de sus depredadores.
Mamíferos
Las ardillas son un claro ejemplo de inquilinismo entre mamíferos: se instalan en el interior de los troncos de los árboles para protegerse de sus depredadores y cobijarse de las inclemencias del tiempo. Allí también almacenan sus alimentos y se reproducen, sin generar ningún perjuicio a su hospeador.
Nuestras casas, a pesar de ser artificiales, también pueden participar del inquilinismo, como ocurre con especies tales como los ratones, que arman sus cuevas en los rincones menos accesibles para almacenar la comida que toman de nuestras sobras o armarios. Si bien el ser humano suele temer la presencia de estos roedores, no son directamente perjudiciales para su salud.
La relación de las ardillas con los árboles es de inquilinismo.
Plantas epifitas
Las plantas epifitas, por su parte, se desarrollan sobre otros vegetales, a los cuales aprovechan como soporte. Esta relación es de inquilinismo debido a que la epifita no se comporta como parásito: no obtiene nutrientes de la otra especie.
En el océano
En el entorno acuático, existen crustáceos que se adhieren a las ballenas. De esta forma, el cuerpo del cetáceo funciona como soporte e incluso sirve como medio de transporte. Aunque en ocasiones la ballena sufre algún perjuicio menor, se considera al vínculo como inquilinismo.
