Interpretación de Copenhague es el nombre que recibe la manera ortodoxa o tradicional de concebir a la mecánica cuántica. Se identifica con la capital de Dinamarca ya que en dicha ciudad nació, vivió y trabajó Niels Bohr, el físico de origen danés que la formuló en 1927 con la colaboración de algunos colegas, entre ellos Werner Heisenberg y Max Born.
En este contenido, según se advierte al analizarlo y descifrarlo, la función de onda aparece abordada como si se tratase de una onda de probabilidad. En este marco es constructivo señalar que se contempla el principio de indeterminación y, de la mano de Bohr, salió a la luz el denominado principio de complementariedad. Este último es un concepto de índole filosófica que surgió motorizado por el principio de incertidumbre de Heisenberg. El propósito principal del principio de complementariedad es ofrecer una explicación en relación a ciertos fenómenos, como el caso de la dualidad onda-partícula.
Más allá de tener fundamentos aprobados por un amplio sector de expertos dedicados a la mecánica cuántica tradicional, la interpretación de Copenhague ha sido objeto de controversias, debates y críticas. Si bien hubo múltiples intentos por refutarla, esta interpretación se mantuvo vigente y fuerte con el correr del tiempo, conservándose como postulado de interés hasta el día de hoy.
Características de la interpretación de Copenhague
La interpretación de Copenhague le da importancia al lenguaje común y habitual como herramienta para indicar el resultado de cada experimento. Allí, sostienen los defensores de este desarrollo teórico, se concentra toda la información.
Es interesante mencionar que hay diversas concepciones de la mecánica clásica que ponen el eje de las discusiones en la naturaleza del proceso bautizado como colapso de la función de onda. Desde la perspectiva de la interpretación de Copenhague en una función capaz de describir una probabilidad es natural que se produzca una modificación global y súbita de la función de onda entendida como un sistema. No se debería pasar por alto que hay una variación inmediata de la función de onda cuando, en algún tramo, hay una medición u observación de dicho sistema. Si un resultado hace cambiar la información recopilada acerca de un sistema, entonces debe haber una transformación también en la función de probabilidad.
La bibliografía centrada en este tema presenta a la interpretación de Copenhague como el primero de los intentos para intentar explicar y presentar al ámbito de los átomos tal como lo representa la mecánica cuántica. En ella se marca la relevancia de las mediciones apropiadas, de la complementariedad y se resalta el indeterminismo cuántico.
Vale la pena remarcar que para Born (quien diseñó una regla que posibilitó una cierta comprensión del estado cuántico) y varios colegas suyos, la mecánica cuántica constituye una teoría completa y correcta.
Tampoco hay que dejar de lado al asunto de la superposición cuántica, a través de la cual se llega a analizar el experimento mental popularmente catalogado como gato de Schrödinger. De guiarse por la interpretación de Copenhague, el gato se mantendrá en una superposición de estados (porque estará simultáneamente muerto y vivo) hasta que el sistema sea observado: en ese instante se producirá el colapso de la superposición y se conseguirá un único resultado.
Aportes de la interpretación y controversias
Conocer los lineamientos y las posturas de la interpretación de Copenhague es clave para entender, por ejemplo, cuál y cómo es el rol del observador dentro de la mecánica cuántica. Desafiando el concepto clásico acerca de una realidad de esencia objetiva, este contenido asegura que a partir de la observación es posible definir y saber el estado asociado a un sistema cuántico.
Numerosas teorías de carácter alternativo y otras interpretaciones nacieron motorizadas por la idea de un espectador que, con sólo observar, altera el resultado de un cierto experimento cuántico. En este escenario se abren investigaciones y discusiones porque, mientras unos aprueban al observador como un elemento primordial de la realidad cuántica y reconocen a la indeterminación como un rasgo esencial del universo, otros físicos creen que la mecánica cuántica presenta una naturaleza incompleta y que debe haber un manto de realidad más profundo capaz de explicar paradojas aparentes.
Inolvidables han sido, por otra parte, las disputas de perfil público que mantuvieron Niels Bohr y Albert Einstein. Ambos debatieron desde un plano filosófico si la interpretación de Copenhague valía a la hora de hallar explicaciones sobre la naturaleza.
Propuestas alternativas a la interpretación de Copenhague
De manera alternativa a la denominada interpretación de Copenhague existen teorías de variables ocultas. Estos postulados proponen que la aleatoriedad y la indeterminación que se observan en la mecánica cuántica son consecuencia de variables que hasta el momento no se descubrieron. De acuerdo a esta mirada, el universo en verdad posee una esencia determinista y las aparentes paradojas del plano cuántico son efecto del desconocimiento sobre estas variables ocultas, como lo es, por señalar una a modo de referencia, la interpretación de Bohm.