La noción de invidente se emplea para aludir a la persona que no puede hacer uso del sentido de la vista. Alguien invidente, por lo tanto, es ciego: no está en condiciones de ver.
Por algún tipo de anomalía, daño o defecto en su vista, el invidente no consigue percibir correctamente el mundo que lo rodea a través de los ojos. La ceguera puede ser parcial o total dependiendo del grado de discapacidad.
Habitualmente se denomina invidente o ciego a quien carece totalmente de visión o apenas consigue percibir la luz, pero no puede apelar a la visión para adquirir conocimientos. Por otro lado hay individuos que son ciegos parciales, que tienen baja visión o que son limitados visuales.
Recursos para invidentes
Para minimizar el impacto de la discapacidad, los invidentes cuentan con diversas herramientas y recursos que facilitan su integración social y sus interacciones. El braille, por ejemplo, es un sistema de escritura y de lectura basado en la utilización de signos con relieve, los cuales son percibidos mediante el tacto.
Los perros guía, en tanto, son animales de asistencia que son entrenados especialmente para asistir a los invidentes. Estos perros brindan ayuda en los desplazamientos y están capacitados para traer al ciego aquello que solicita.
Por lo general, para caminar por la vía pública los invidentes utilizan un bastón que les permite detectar obstáculos. Lo habitual es que el bastón sea blanco, aunque existe un código de colores que permite identificar el problema del usuario: rojo y blanco para los invidentes que también son sordos, verde o amarillo para quienes tienen baja visión, etc.
La importancia del acompañamiento desde el Estado
El primer punto a tener en cuenta para crear un entorno en el cual las personas invidentes puedan desenvolverse con comodidad es que la mayoría de ellas tienen el sentido del olfato y el del tacto en estado normal, por lo cual el Gobierno debe asegurarse de crear diferentes infraestructuras que les permitan moverse por la ciudad se forma segura, con ventajas y beneficios comparables con los del resto de los ciudadanos.
Aunque gran parte de las personas que gozan de una visión considerada normal no lo sepan, existen en las ciudades diversos planes de ayuda a los invidentes, entre los que destacan los emisores de sonido instalados en los semáforos y las variaciones en las baldosas de las veredas. Los primeros tienen el objetivo de traducir en sonido las señales que los semáforos emiten por medio de las luces: de esta manera, es posible saber si los coches se encuentran avanzando o detenidos para que crucen los transeúntes.
Con respecto a las variaciones en las baldosas, se trata de ciertos tramos en cada vereda donde se pueden apreciar protuberancias de forma circular o rectangular, dispuestas de manera que la persona invidente pueda descodificar un mensaje al pasar sobre ellas. Mientras que gracias a la vista no es necesario hacer otra cosa que mirar alrededor para saber dónde se encuentra la senda peatonal y de esta manera cruzar la calle haciendo caso de las normas y sin correr el riesgo de ser atropellado por un coche, sin este sentido tan útil todo se vuelve más complicado. Por eso, estos mensajes impresos a relieve en el propio suelo es tan importante.
La ayuda a las personas invidentes
Debemos señalar y resaltar que las personas invidentes pueden adquirir un altísimo grado de instrucción que les permita moverse con mucha soltura por las calles, estudiar una carrera universitaria y conseguir un trabajo, entre otras muchas cosas.
Esto significa que no debemos considerar que necesitan la ayuda de quienes tienen una visión normal en todo momento, ya que pueden desarrollar un nivel de autosuficiencia casi completo; una mano cuando realmente creemos que la necesitan, por otro lado, es un gesto muy valioso que seguramente agradecerán con una sonrisa.