El concepto de iris deriva de la lengua latina, aunque su raíz etimológica se sitúa en el griego îris. El término tiene diferentes usos de acuerdo al contexto.

Se llama iris a la membrana coloreada con forma de disco que se encuentra en el ojo del ser humano y de diversos animales. En el centro del iris aparece la pupila: una abertura que permite el ingreso de la luz.
Ubicado tras la córnea, el iris constituye una separación entre la cámara posterior y la cámara anterior del ojo. Gracias a dos músculos, puede dilatar o contraer la pupila.
El color del iris depende de cuestiones genéticas. Según la cantidad y la distribución de las células que presentan melanina, el iris adquiere uno u otro tono.
Cabe destacar que existe una pseudociencia conocida como iridología, iridiología o iriología, centrada en la supuesta posibilidad de analizar el estado de salud de una persona a través de la observación de su iris.
Se denomina iris, por otra parte, al ópalo noble: una clase de ópalo que se caracteriza por su elevado nivel de transparencia. El ópalo, en tanto, es un mineral silíceo que puede tener diversas tonalidades.
A un género vegetal de la familia iridácea también se lo llama iris. Estas plantas se destacan por sus flores coloridas.
El arco iris o arcoíris, por último, es un fenómeno óptico que se produce por la reflexión o la refracción de los rayos del sol sobre gotas de agua. Esto se genera cuando se registran precipitaciones y la luz solar llega al agua pulverizada: desde la superficie terrestre, los observadores perciben un arco con los sietes colores elementales en el cielo.