IVA es una sigla que hace referencia a un tributo o impuesto que deben pagar los consumidores al Estado por el uso de un determinado servicio o la adquisición de un bien.
El desglose de dicha sigla es Impuesto al Valor Agregado (en la mayoría de los países de América Latina) o Impuesto sobre el Valor Añadido (en España). Se trata de una tasa que se calcula sobre el consumo de los productos, los servicios, las transacciones comerciales y las importaciones.
Características del IVA
El IVA es un impuesto indirecto; se llama así porque a diferencia del impuesto directo, no repercute directamente sobre los ingresos; por el contrario, recae sobre los costos de producción y venta de las empresas y se devenga de los precios que los consumidores pagan por dichos productos. Esto significa que se aplica sobre el consumo y que resulta financiado por el consumidor final. Se dice, pues, que es un impuesto indirecto que el fisco no lo recibe directamente del tributario.
El cobro del IVA se concreta cuando una empresa vende un producto o servicio y emite la factura correspondiente. Las compañías, por lo general, tienen el derecho de recibir un reembolso del IVA que han pagado a otras empresas a cambio de facturas, lo que se conoce como crédito fiscal, restándolo del monto de IVA que cobran a sus clientes (el débito fiscal). La diferencia entre crédito fiscal y débito fiscal debe ser entregada al fisco.
Quiénes lo pagan y cómo se declara
El IVA suele calcularse de la siguiente manera: un empresario vende u ofrece un servicio y factura el costo del mismo, devengando el impuesto repercutido (el cual debe calcularse teniendo en cuenta la legislación vigente donde se especifica a cuánto corresponde el mismo en base al tipo de producto o servicio ofertado).
Cada dos o tres meses, según lo estipulado por la ley para el rubro en el que se encuentra registrado, el empresario deberá realizar la declaración de impuestos, donde se sumarán las cuotas que corresponden al IVA de ese período. Allí se realiza el cálculo de lo pagado y lo recibido en referencia a este impuesto y se establece el saldo. Si éste es negativo (cuando las cuotas del IVA soportado han sido superiores a las repercutidas) el empresario contribuyente podrá compensar futuros saldos o solicitar la devolución de dichas tasas. Si es positivo, deberá realizar el pago de las mismas.
El IVA, el comercio minorista y los consumidores finales
Es importante mencionar que para los comerciantes minoristas existe un régimen especial al que pueden acogerse. El mismo determina que si no intervienen en el proceso de producción de los productos que venden y si el 80% de sus ventas son a consumidor final, el comerciante no tendrá que realizar la liquidación del IVA. Esto se debe a que dicho comerciante habrá pagado por la compra del producto el IVA correspondiente al mismo, por lo que ya habría cumplido correctamente con lo estipulado por el regimen tributario vigente.
Cabe mencionar que los consumidores finales, en cambio, pagan el IVA sin recibir ningún tipo de reembolso. La única forma de control del IVA es la entrega de factura u otro tipo justificante de venta al consumidor, mientras que el comercio guarda una copia.
La alícuota
La alícuota del IVA varía de acuerdo la política fiscal de cada país. Ghana (3%), Irán (3%), Canadá (5%) y China (5%) son algunas de las naciones con alícuotas muy bajas.
Hungría (27%), Croacia (25%), Dinamarca (25%), Noruega (25%), Suecia (25%) e Islandia (24,5%), en cambio, presentan el IVA más caro del mundo. La alícuota, de todas maneras, suele modificarse con el tiempo en función de las necesidades económicas de cada país.
Tipos de IVA
Es posible distinguir entre diferentes tipos de IVA de acuerdo al régimen fiscal. Si nos centramos en el caso de España, la legislación reconoce tres clases de IVA, cada una con distinto porcentaje aplicado.
El IVA general es del 21% y se aplica, por defecto, a cualquier servicio o producto. El IVA reducido, en tanto, es del 10% y afecta al transporte de pasajeros y alimentos en general, por ejemplo. El IVA superreducido, por último, es del 4% y tiene su aplicación en productos de primera necesidad (verduras, frutas, medicamentos, etc.).
Como se puede advertir, la tasa de IVA está asociada a qué tan básico o elemental resulta el artículo o la prestación. A mayor importancia del bien, menor el porcentaje de IVA, ya que la intención es no acrecentar demasiado el precio.
En algunos casos también existe la exención de IVA. Si nos centramos en Argentina, se consideran exentas de IVA aquellas operaciones que producen la obligación tributaria pero que se encuentran liberadas del pago del impuesto por ley debido a motivos sociales. El alquiler de vivienda, la asistencia sanitaria y los servicios educativos son actividades que gozan de una exención de IVA en el territorio argentino. La exención en cuestión debe quedar plasmada en la facturación.