El adjetivo lampiño se utiliza para calificar a aquel que carece de pelo. El término suele emplearse respecto al hombre que no tiene barba o que presenta escaso o nulo vello corporal.
Por ejemplo: “El actor inglés tuvo que afeitarse para dar vida a un nuevo personaje y sorprendió con su look lampiño en la gala de premiación”, “El sospechoso del crimen fue descripto por los testigos como un joven delgado, de baja estatura y lampiño”, “Cada vez más hombres toman la decisión de depilarse para tener el pecho lampiño”.
La piel lampiña o glabra es aquella que no está cubierta por pelos. En determinados sectores del cuerpo humano, es habitual que haya piel lampiña, como en las palmas de las manos o en los labios. Por motivos estéticos, culturales o higiénicos, muchas personas optan por eliminar el vello que crece naturalmente en la cara, el pecho, las piernas o los genitales, generando sectores lampiños.
Hay enfermedades y trastornos que pueden hacer que un hombre sea lampiño y que, por lo tanto, no le crezca la barba ni el vello en distintas partes del cuerpo. El síndrome de Klinefelter, por citar un caso, es una mutación cromosómica que provoca esta particularidad.
Esta afección genética les ocurre a los hombres que poseen un cromosoma X de más. La mayoría de los seres humanos tiene cuarenta y seis cromosomas, y en éstos se encuentran el ADN y todos los genes, las bases de nuestra estructura y del funcionamiento de cada una de nuestras partes. Los cromosomas X e Y son los sexuales, los que determinan si un individuo será hombre o mujer: los primeros suelen tener uno de cada uno, mientras que las mujeres, dos X.
El síndrome de Klinefelter tiene lugar cuando un hombre nace con un cromosoma X de más, aunque puede tener incluso más. Por ejemplo, podríamos hablar de XXY, en lugar de XY. Este síndrome ocurre con una frecuencia mínima de 1 en 500, y máxima de 1 en 1000. Las madres mayores de 35 años aumentan las probabilidades en sus hijos varones.
Además de ser lampiño, un hombre con este síndrome suele presentar otros síntomas, entre los que se encuentran los siguientes:
* infertilidad. De hecho, éste es el síntoma más común;
* anomalidades en las proporciones del cuerpo (tronco demasiado corto, piernas demasiado largas, etcétera);
* ginecomastia, o sea, mamas demasiado grandes para el tamaño que deberían tener en un hombre;
* trastornos sexuales;
* testículos demasiado pequeños y con una firmeza anómala;
* pene de un tamaño inferior al normal;
* demasiada altura.
Ser lampiño puede resultar un problema en ciertas sociedades donde se espera que el hombre ostente un cuerpo musculoso y cubierto de vello. Si bien esta imagen se vuelve cada día más anticuada, ideas como ésta son las que gobiernan muchos grupos en los cuales no hay espacio para individuos que vean la vida con una perspectiva diferente.
El problema comienza cuando se asocian conceptos al punto de volverlos indivisibles: cuando se dice que todo ser humano debería ser heterosexual, que el hombre debe ser más fuerte que la mujer y que no debe cuidar su aspecto físico, que debe trabajar para mantener a su pareja, etcétera.
A pesar de estas imposiciones, como se comenta más arriba, hay muchos hombres que deciden activamente convertirse en lampiños, por así decirlo, depilándose el vello de ciertas partes del cuerpo.
Cabe destacar que, en el terreno de la botánica, también aparece la idea de lampiño. Hay plantas que, en los tallos y en las hojas, presentan vello, al igual que ciertas frutas en su superficie. Un tallo lampiño, en este marco, no tiene dichos pelos. Al trigo lampiño, de igual modo, le falta el vello en las glumas florales.
