El legalismo promueve la aplicación literal de las leyes.
El legalismo es una posición que promueve que las leyes sean aplicadas literalmente, sin tener en cuenta ninguna circunstancia adicional. El concepto también alude a la formalidad legal que dificulta el funcionamiento o el desarrollo eficaz de algo.
TemasPredominio de la teoría
Puede decirse que el legalismo se apoya exclusivamente en la teoría, con lo cual muchas veces entra en conflicto con la realidad y con las medidas prácticas. Incluso en ocasiones se registran contradicciones entre los preceptos escritos, lo que provoca un problema al legalismo.
Un partidario del legalismo, por lo tanto, pretende aplicar el derecho positivo más allá de las consecuencias y dejando de lado el principio de equidad. El legalista solo acepta el sentido literal de la ley.
Las contradicciones y los conflictos antes mencionados que puede acarrear el legalismo pueden afectar a todas las partes involucradas en la conversación. Si una persona se cierra a esta mirada netamente literal de las normas legales, tarde o temprano caerá en un círculo del cual no podrá salir, a menos que adopte un punto de vista flexible.
Sin embargo, si el legalismo lo ejerce o lo impone alguien con una gran autoridad, es posible que bloquee el desarrollo de un tercero que no pueda defenderse si desea mantener su actividad en un marco legal. Los gobiernos y las empresas suelen recurrir a esta estructura cerrada para imponer ciertos procedimientos al pueblo o los trabajadores, respectivamente.
Connotación negativa
La noción de legalismo suele emplearse de manera negativa para hacer referencia a los obstáculos legales que se consideran excesivos. Por ejemplo: “En este país los legalismos hacen que los empresarios no tengan incentivo para invertir”, “El seguro recurrió a un legalismo para no pagarme la indemnización”, “Estoy harto de los legalismos que utilizan algunos organismos estatales para no atender las necesidades de la gente”.
Más arriba hablamos de las consecuencias o el alcance que puede tener el legalismo en manos de una entidad con gran autoridad. En el primer ejemplo vemos que los empresarios de un país dado se ven afectados negativamente por las reglas a las que su gobierno los somete, y en consecuencia no sienten que las inversiones valgan su esfuerzo y su tiempo.
Continuamos con el caso de una compañía de seguros que se apoya en esta mirada cerrada para evitar cumplir con la obligación de pagar una indemnización a un cliente. Lamentablemente, no son raros los casos de este tipo y la lucha contra una corporación no es nada fácil. Por último, el emisor se muestra cansado de la manipulación que ciertas partes del Estado realiza para eximirse de ciertas responsabilidades, apoyándose para conseguirlo en los legalismos.
Legalismo religioso
En el terreno de la religión, la idea de legalismo se vincula al respeto estricto de las leyes de Dios. El concepto, de todos modos, suele ser motivo de debate, ya que todo depende de cómo se interpreten las leyes divinas y de los preceptos agregados por las personas en nombre de la divinidad.
La peor consecuencia del legalismo religioso es el rechazo de ciertas minorías.
Por lo general el legalismo es esgrimido por los cristianos evangélicos como una doctrina centrada en un sistema de reglas que permite lograr la salvación. Los legalistas sostienen que debe haber una adhesión literal y estricta a estos reglamentos.
La visión que los creyentes tienen de las escrituras sagradas va cambiando con el paso de los siglos. Al día de hoy, se analizan de una manera mucho más flexible que hace tan sólo algunas décadas, pero no todos aceptan esta evolución. El legalismo en la religión impide la integración de diferentes minorías, como ser los homosexuales y los transexuales, quienes quedan apartados de la Iglesia como si fueran pecadores.
