La libertad de pensamiento es un derecho que muchas fuentes presentan como sinónimo de libertad de conciencia y de libertad intelectual.
En múltiples resoluciones y artículos de pactos, declaraciones y convenciones se resalta la importancia de respetar y poder ejercer los derechos vinculados a la libertad de expresión y a la libertad de pensamiento. Así, pues, se admite a escala universal el valor y la necesidad de dar independencia, autonomía personal, para que cada uno busque, reciba y difunda o manifieste ideas y/o datos con la posibilidad de adoptar o modificar sus creencias, ideologías y opiniones según considere en cada caso.
Es constructivo tener presente que se trata de un derecho que está profundamente conectado con otras libertades que deberían ser siempre toleradas, como los casos de la libertad de prensa y de la libertad religiosa.
Características de la libertad de pensamiento
La libertad de pensamiento, se detalla en parte del contenido de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, puede ejercerse por cualquier medio y no es válido apelar a la censura, a la persecución política ni a las amenazas para limitarla o imposibilitarla. Sí se aclara que debe estar sujeta a responsabilidades posteriores que deben fijarse mediante leyes a fin de mantener protegidos el orden público y la seguridad nacional así como para garantizar que se respeten los derechos y la reputación del prójimo.
En el marco de una asamblea general, la Organización de los Estados Americanos abordó y analizó los rasgos más sobresalientes de la libertad de expresión y de pensamiento sin pasar por alto el rol de los medios de comunicación. Se reafirmó, en ese contexto, que la existencia de medios de comunicación que se caractericen por ser independientes y libres es vital para la libertad de pensamiento, para promover el pluralismo, para abrir vías de debate y tolerancia sin dar espacio a ninguna clase de discriminación y para fortalecer a la democracia.
La teoría indica que la libertad de pensamiento habilita a toda persona a informarse del modo que prefiera y genere sus propias ideas o creencias sin presiones, restricciones ni reprimendas, siempre y cuando no traduzca sus reflexiones o inclinaciones en actos de violencia o discriminación.
La libertad de pensamiento, unida al criterio personal y al poder sacar conclusiones de manera individual, da espacio a elecciones que se ajustan a convicciones propias y a reflexiones particulares. Ejerciendo este derecho no hay sometimiento y, entonces, uno es libre respecto a qué y cómo pensar.
Es fundamental tener en cuenta que la libertad de pensamiento está sujeta a condiciones que garanticen el libre albedrío, ya que en situaciones o regímenes que anulen, coarten o impidan la capacidad o el derecho a elegir y decidir con autonomía se torna imposible cualquier tipo de libertad.
Desafíos y amenazas
La libertad de pensamiento enfrenta a diario numerosos desafíos y una amplia variedad de amenazas. En un mundo en el cual todo parece ir a un ritmo vertiginoso marcado por el masivo uso de Internet, la inmediatez informativa y las fake news (o noticias falsas), es esencial desarrollar un pensamiento crítico.
Hay que tener, en este escenario, ética y responsabilidad para generar y transmitir información así como sentido crítico, conocimiento y libertad para sacar conclusiones propias evitando ser víctima de la manipulación mediática, la sobreinformación o los datos engañosos.
Las dificultades para acceder a la educación y el adoctrinamiento también son obstáculos vigentes que limitan la libertad de pensamiento.
Ejemplos de libertad de pensamiento
En uno de sus artículos focalizado en el respeto a la libertad de pensamiento en la infancia, la UNESCO citó declaraciones de Albert Szent-Györgyi, quien en 1937 fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina. De acuerdo a este fisiólogo de origen húngaro, a fin de demostrar respeto hacia la libertad de pensamiento de los chicos hay que evitar influenciar las mentes infantiles con “verdades absolutas” o “respuestas condicionadas” sobre, por ejemplo, historia o religión.
A comienzos de 2024, el Grupo de Trabajo CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) emitió un comunicado para rechazar acciones surgidas en Perú que los firmantes definieron como “sabotaje” y “señalamientos”. La nota publicada por este conjunto buscó solidarizarse, a la vez, con Anahí Durand Guevara, una docente, socióloga y exministra en Perú del área de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Según trascendió, la publicación de un libro firmado por ella que se titula “Estallido en Los Andes. Movilización popular y crisis política en Perú” derivó en un falseamiento del contenido por parte de un medio de comunicación peruano y en una posición calificada como “antidemocrática” de autoridades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que no autorizaron presentar la obra en dicha institución. Por ello, CLACSO se manifestó por escrito para condenar esa clase de hechos que la agrupación entiende como un “ataque directo” tanto hacia las libertades de pensamiento, cátedra y expresión como al ejercicio académico de índole crítica.