El concepto de libre albedrío se emplea para aludir a la facultad de actuar de acuerdo a la propia reflexión y voluntad. La noción está vinculada a la filosofía, la psicología y la religión.
Se entiende que el libre albedrío es el poder que dispone un ser humano de tomar decisiones según su elección individual. Esto quiere decir que el individuo no es obligado ni se encuentra condicionado, al menos de manera absoluta.
Con el libre albedrío, la persona puede elegir si acciona o no. De esto se desprende que cada sujeto tiene responsabilidad por sus acciones, ya que tiene la posibilidad de no obrar y, por lo tanto, no producir los efectos de su acto.
Libre albedrío y responsabilidad
El libre albedrío, en definitiva, hace que la gente sea responsable de sus acciones. De esa facultad emana el merecimiento de premios o, por el contrario, castigos, que se establecen de acuerdo a los principios morales.
Si gracias al libre albedrío el hombre y la mujer pueden optar entre diversas alternativas, incluso creando nuevas, no hay una ley de la naturaleza o un dios que estén en condiciones de torcer su voluntad. Sin embargo, muchos pensadores a lo largo de la historia han cuestionado la existencia del libre albedrío por múltiples motivos, aludiendo a cuestiones como el vínculo entre el cuerpo y la mente o la incidencia del azar.
Consideraciones sobre su existencia
Los procesos cerebrales inconscientes suelen constituir uno de los motivos más esgrimidos a la hora de refutar la existencia del libre albedrío. Según esta postura, alguien puede creer que decide de manera «libre» cuando, en realidad, está obedeciendo una instrucción de su cerebro, a su vez derivada de procesos fisiológicos, químicos, etc.
Entre los diversos puntos de vista con respecto a la existencia del libre albedrío se encuentra el determinismo, una doctrina filosófica según la cual cualquier suceso físico se encuentra ligado a la cadena causa-consecuencia, la cual es imposible de romper y determina fenómenos tales como las acciones y el pensamiento. De su nombre podemos deducir que el estado presente «determina» el futuro.
El libre albedrío según el libertarismo
Esta unión tan estrecha entre el presente y el futuro, entre la causa y la consecuencia, nos habla de una realidad en la cual el libre albedrío no tiene lugar, ya que no hay varias consecuencias alternativas a una misma causa. En este marco entra el libertarismo, que sostiene las siguientes afirmaciones en discusiones filosóficas acerca de la libertad:
* el determinismo no es compatible con el libre albedrío;
* los seres humanos sí gozan del libre albedrío;
* el determinismo es falso.
Los que adhieren a estas ideas también lo hacen al incompatibilismo, una visión según la cual una misma acción no puede ser predeterminada y libre. Una que se lleva a cabo con libertad representa tan sólo una de varias posibilidades. Este punto de vista rechaza la existencia de una cadena causal que determine los pasos del individuo; en su lugar, lo convierte a él mismo en un creador de cadenas causales.
La posición del indeterminismo
Para el indeterminismo, que se considera una forma de libertarismo, el libre albedrío es real y por esta razón nuestras acciones son un efecto sin causa. Otra forma de libertarismo es la teoría de la agencia, según la cual escoger entre el determinismo y el indeterminismo representa una «dicotomía falsa», o sea que existen más alternativas a estos dos extremos.
De acuerdo con los principios de esta teoría, el libre albedrío gira en torno a la relación que existe entre el «agente» y el «acontecimiento», de manera que es él quien lo provoca a través de sus propias decisiones, las cuales toma en libertad. Por otro lado se encuentra el compatibilismo, un punto de vista que define el libre albedrío como algo que surge de una causa interior, como las creencias y los pensamientos acerca de uno mismo.