El maniqueísmo es una religión que estableció Manes (también conocido como Mani) en Persia. Este líder religioso, que se presentaba como un profeta enviado por Dios, impulsó el maniqueísmo en el siglo III, postulando que el mal y el bien eran principios opuestos que se encuentran en conflicto de manera constante.
Religión sincrética
Se trata de una religión sincrética que se propuso trascender al resto de las creencias, siendo perseguida por el cristianismo y el islam. Con el tiempo el maniqueísmo dejó de existir, pese a que algunos movimientos y sectas se siguen definiendo como maniqueas.
Para el maniqueísmo, el bien se asocia a la Luz, mientras que el mal se vincula a las Tinieblas. En el ser humano, la Luz es el espíritu que está preso del cuerpo, perteneciente a las Tinieblas. La forma de poner en marcha el proceso para liberar al espíritu es a través del ascetismo.
Elegidos y oyentes
Es importante señalar que el maniqueísmo dividía a la comunidad en dos grupos: los elegidos y los oyentes. Los elegidos eran vegetarianos y célibes y dedicaban su vida a la oración, mientras que los oyentes se encargaban de servir a los elegidos. Los elegidos, al morir, llegaban al Reino de la Luz; en el caso de los oyentes, aspiraban a reencarnar en elegidos.
Debido a que, para el maniqueísmo, las Tinieblas nunca iban a desaparecer, la finalidad de la humanidad era que todos los individuos se convirtieran en elegidos para alcanzar el Reino de la Luz, alejándose así del mal.
Orígenes del maniqueísmo
El surgimiento de esta religión tuvo lugar en el siglo III, y comenzó en la antigua ciudad de Babilonia pero con el tiempo alcanzó muchas otras partes del mundo, incluyendo el Imperio romano y China. Se puede decir que entra en el grupo de las religiones universalistas, porque estaba abierta a cualquier persona, más allá de su etnia, nación, cultura o de sus ideas políticas.
Si bien para su expansión se apoyó en la red de rutas comerciales por tierra y mar que interconectaban casi todos los territorios de Asia con partes de Europa y África, la ya mencionada persecución por parte del cristianismo hizo que pudiera perdurar principalmente en el este de Asia.
El Bema
Se conoce por el nombre de Bema a la fiesta que el maniqueísmo celebraba una vez por año. En sus orígenes, este término designaba un asiento de las iglesias cristianas siríacas que se ubicaba en medio del espacio reservado para el obispo, donde también leían pasajes del Evangelio. Para los maniqueos, se trataba de un trono con cinco escalones que se cubría con tejidos lujosos.
Los cinco escalones eran un símbolo de las escalas jerárquicas propias de la religión maniqueísta. Su parte más alta nunca era ocupada por nadie, ya que se reservaba a Mani, el único merecedor de tal posición. El Bema se celebraba en el equinoccio de primavera y se anticipaba con un ayuno para simbolizar la Pasión y el fallecimiento de Mani, de forma muy similar a la Pascua cristiana.
Con respecto a la parte superior del Bema, de acuerdo con ciertas escrituras no siempre se dejaba vacío, sino que a veces se colocaba un ejemplar del libro titulado Arzhang, ilustrado por el propio Mani y escrito para relatar el origen del Universo.
Fuera de la religión
En la actualidad, la idea de maniqueísmo va más allá de la religión. El concepto se usa de manera peyorativa para aludir a la postura que tiende a realizar una reducción de la realidad, oponiendo lo malo a lo bueno de forma tajante. El maniqueísmo, por lo tanto, implica calificar las cosas como blancas o negras, sin matices.