Un microrrelato es un relato de extensión muy breve. El término se forma con el prefijo micro- (que refiere a algo muy pequeño) y el sustantivo relato (cuento).
TemasNarración en pocas palabras
Se llama microrrelato, por lo tanto, a una narración que contiene pocas palabras. Este tipo de textos suele recurrir a la elipsis para provocar una sorpresa: es decir, elimina ciertos elementos del discurso sin que se resienta el sentido de lo narrado.
El microrrelato se caracteriza por su concisión y su tensión.
Por lo general el lector tiene que asumir un rol activo en el microrrelato. Esto se debe a que muchas veces necesita reconstruir el final o la conclusión, o incluso imaginar aquello que no queda explícito en el texto.
Mientras que los cuentos tradicionales suelen estructurarse con una introducción, un nudo, un desarrollo y un desenlace, los microrrelatos apelan a un esquema más acotado. El clímax llega con algo sorpresivo o un giro imprevisto.
Con respecto a la brevedad, hay muchos autores que consideran este aspecto insuficiente para distinguir un microrrelato de otros géneros, ya que hay ejemplos en ambos extremos: algunos que son muy cortos pero pertenecen a otro género, y otros que sí son microrrelatos pero su extensión es superior a la esperada. Por eso debemos hacer caso de las otras características, como la tensión y la concisión, para decir también a través de la omisión, para que el lector realmente tenga que involucrarse en la interpretación del texto y no reciba todos los datos de forma explícita.
Orígenes
Los orígenes del microrrelato se encuentran en las parábolas, las fábulas y otras obras que nacieron hace mucho tiempo. Como género moderno, el microrrelato cuenta con rasgos propios, como la brevedad extrema, la condensación de lo temporal y la simpleza de su estructura.
Importantes escritores latinoamericanos han incursionado en el microrrelato, entre ellos Ana María Shua, Augusto Monterroso, Julio Cortázar, Pía Barros, Cristina Peri-Rossi y Juan José Arreola. Monterroso, de hecho, es el responsable de uno de los microrrelatos más populares, que consta de apenas siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Elipsis e intertextualidad
La elipsis es una figura retórica que se logra al omitir uno o más términos en una cláusula, incluso llegando a infringir las reglas de la gramática para apoyarse en la comprensión contextual. Un ejemplo muy común es la omisión de un verbo, sustituyéndolo por una coma: «Marta compró seis libros pero Laura, sólo uno». En este caso, la coma indica que Laura realizó la misma acción, «comprar».
Con respecto a la intertextualidad, podemos decir que es el vínculo que existe entre dos o más textos, sean o no de la misma época. Esto puede darse de forma explícita o implícita y afecta la creación tanto como la lectura.
El microrrelato de Monterroso que menciona un dinosaurio es uno de los más populares.
Microrrelato en Internet
Cabe resaltar que las redes sociales contribuyeron, en los últimos años, a un auge del microrrelato. Sobre todo Twitter, que impone una limitación de 280 caracteres por publicación. En este marco, surgieron varios concursos que premian a los mejores microrrelatos.
No es el primer ejemplo de la tecnología al servicio del arte, de una manera particular y quizás sorprendente. En este caso, vemos que las redes sociales, que muchos asocian con una pérdida de tiempo y una necesidad de mostrar la propia vida de una manera plástica, como una herramienta que promueve la creatividad. Gracias al límite de caracteres impuesto por los creadores de Twitter, los escritores de microrrelatos deben exprimir su creatividad a un nivel que no sería necesario en otro medio. Esto puede parecer sofocante en un principio, pero muchas de las mejores obras surgieron de las limitaciones, así como el sufrimiento y la falta de recursos.
