Misericordia es un término que proviene del latín y hace referencia a una virtud del ánimo que lleva a los seres humanos a compadecerse de las miserias ajenas. Se trata de una actitud bondadosa que, por lo general, puede mostrar una persona acaudalada hacia alguien que tenga más necesidades que ella, o un sujeto que haya sido ofendido hacia su ofensor.
Para el cristianismo, la misericordia es un atributo divino entendido como sinónimo de consideración, amabilidad y perdón, que los fieles piden a Dios para que éste tenga piedad por sus pecados y sus desobediencias. Se trata de un término profundamente ligado a los preceptos cristianos, presente tanto en numerosos pasajes de la Biblia y en canciones litúrgicas, como en nombres de monumentos y catedrales.
De acuerdo a las palabras de Jesús, el hombre debe ser misericordioso con quienes lo rodean si espera ser tratado del mismo modo. Algunos conceptos que expresan ideas opuestas son el rencor, la venganza y el desprecio, entre otras actitudes y sentimientos considerados negativos.
Análisis del concepto
Es importante señalar que la misericordia puede expresarse de diversas formas, sea por medios materiales como espirituales; en otras palabras, ofrecer alimento, techo o ropa a los necesitados es una obra de misericordia, tanto como lo es enseñar a quienes no tengan acceso a la educación escolarizada, consolar a una persona afligida o perdonar las equivocaciones ajenas. Otras acciones que responden a esta actitud, aunque quizás menos evidentes, son los rezos y el entierro de los fallecidos.
A menudo se comete el error de confundir la misericordia con la lástima, aunque sea dos conceptos muy diferentes. Sentir lástima por otra persona no se trata de una actitud persistente de la personalidad, sino de una sensación pasajera; además, no acarrea una acción bondadosa para acabar con los problemas ajenos, sino que se queda en la reflexión acerca de los mismos.
Otros usos del término misericordia están vinculados a una pieza presente en los asientos de los coros de las iglesias que permiten descansar disimuladamente y al puñal que utilizaban los caballeros de la Edad Media para ultimar a sus enemigos.
La Divina Misericordia
La Divina Misericordia es en principio la devoción que sienten los cristianos por la misericordia de Dios, confiando en que él se sacrificó por los pecados de sus seguidores. A través de esta entrega, la Iglesia garantiza a los fieles que sus faltas les serán perdonadas por Jesús, no a través de un juicio, sino como un gesto que simboliza la salvación.
Se trata además del estilo de vida que propone el cristianismo, expresado a través de acciones interiores (como es la fé en Dios y en sus promesas) y exteriores: la adoración de los símbolos religiosos, la repetición de ciertas oraciones (como la denominada coronilla), los actos misericordiosos y compasivos para con los demás y la realización de determinadas celebraciones (como la fiesta de la Divina Misericordia).
A propósito de dicha fiesta, que se encuentra entre la lista de celebraciones de la liturgia declaradas oficiales por la Iglesia Católica, se celebra el domingo que sigue a la Pascua de Resurrección y recuerda la promesa que Jesús realizó a santa Faustina Kowalska, una monja de origen polaco, de ser misericordioso con ella. El mismo día, aseguró que perdonaría a todos los pecadores que decidieran acercarse a él para confesarse y comulgar.
Esta devoción cristiana parte de las experiencias de la propia Faustina, las cuales plasmó en su diario íntimo. Se trata de narraciones acerca de sus encuentros con Jesús, en los cuales hablaban de temas muy profundos y reveladores. Sus páginas fueron rescatadas y propagadas a raíz de los diversos exilios que tuvieron lugar en medio de la Segunda Guerra Mundial.