
Una ópera es una obra teatral con texto cantado y música a cargo de una orquesta.
Ópera proviene de la lengua italiana y hace referencia a la obra teatral cuyo texto se canta con acompañamiento de una orquesta. El término se aplica para nombrar a la obra, al poema dramático destinado a este tipo de representación, al género que agrupa estas obras, a la música típica del género y al teatro construido para representar óperas.
Por ejemplo: «Esta noche voy a ver una ópera al Teatro Colón», «Mi sueño es ir a la Ópera de Sydney», «Giacomo Puccini es uno de los mayores compositores de ópera de la historia«.

Surgimiento del término ópera
El concepto de ópera comenzó a utilizarse alrededor del año 1350. El género forma parte de la tradición de la música clásica occidental e implica diversos tipos de composiciones, entre los que encontramos el aria, el recitativo y la canción.
La ópera puede ser cantada por dúos, tríos u otras formaciones, y pueden requerir la presencia de un coro, tanto para piezas exclusivamente corales como para acompañar ciertas arias, por ejemplo. Con el tiempo, surgieron varios géneros vinculados a la ópera aunque con algunas características particulares, como el musical británico y estadounidense, la zarzuela española y la opereta vienesa.
Italia es uno de los países con mayor tradición en la ópera. Los compositores Gioacchino Rossini (1792–1868) y Giuseppe Verdi (1813–1901) y los tenores Enrico Caruso (1873–1921) y Luciano Pavarotti (1935–2007) son algunos de sus principales exponentes.

Al edificio desarrollado para albergar esta clase de manifestaciones artísticas también se lo conoce como ópera.
La cultura operística
Cuando se habla de ópera, es imposible pasar por alto el concepto de diva, así como de su versión masculina, divo. Estos términos han estado ligados a la cultura operística desde hace ya mucho tiempo, distorsionando considerablemente la esencia de esta forma de arte, que es sin lugar a dudas la música.
Opuesto a lo que muchos creen, la ópera ha atravesado momentos de gran fama a nivel popular, generando fanatismos y rivalidades equivalentes, sino de mayor intensidad, a los que se dan en la actualidad con los géneros más vigentes. Gracias al incansable trabajo de la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli, dotada de una voz inigualable y de una musicalidad que la ubica por encima de cualquiera de sus competidoras, se han desenterrado muchas historias acerca de los cantantes castrados, quienes (asegura la intérprete) fueron las primeras «estrellas de pop».
Dada la ausencia de grabaciones de audio o vídeo de los grandes castrati, tales como Farinelli o Senesino, resulta muy difícil analizar sus carreras en comparación con las de un cantante actual, aunque los documentos de la época dejaron constancia de la euforia que sus presentaciones causaban en el público. Esto es muy entendible, ya que se trataba de voces con cualidades «sobrehumanas», capaces de realizar saltos y ornamentos que exceden las capacidades de una persona normal; pero también pone en duda el protagonismo de la música en sus recitales.
La ópera en vivo
Cualquier persona que haya visto una ópera en vivo sabe que durante las varias horas de espectáculo, la tensión en el ambiente es palpable; un porcentaje considerable del público asiste al teatro para juzgar severamente a los cantantes, principalmente al tenor y a la soprano. La ópera no admite equivocaciones, por pequeñas que sean; una leve desafinación o la decisión a último momento de evitar una nota aguda son consideradas deshonras, insultos, y generan una «inevitable» y triste reacción por parte de la audiencia: el abucheo.
Tan lamentable y tan predecible como el aplauso inmerecido que recibe una superestrella por parte de sus fanáticos, sin importar lo que haga; estas personas predilectas sí pueden desafinar, hacer recortes en las arias o pronunciar mal el italiano. En pocas palabras, la cultura de la ópera es tan humana como cualquier otra.
La noción vinculada al rock
La noción de ópera rock hace referencia a discos del género del rock compuestos de canciones que conforman una única historia.
«Tommy», del grupo británico The Who, suele ser considerada como la primera ópera rock. Por otro lado, «The Wall», de Pink Floyd, goza de una gran fama a nivel mundial.
Palabra de experto
El tenor, director de orquesta y régisseur argentino José Cura es una de las grandes figuras de la ópera a nivel internacional.
Con formación en Composición y Dirección de Orquesta, fue reconocido por el Senado argentino con el Premio Domingo Faustino Sarmiento y obtuvo el Premio Konex en dos ocasiones gracias a sus inolvidables interpretaciones de Otelo, Calaf, Sansón y otros personajes.
– ¿Sugerencias para quienes recién se están iniciando como cantantes de ópera?
Como diría Oscar Wilde: “Sed vosotros mismos pues el puesto de los demás ya está ocupado”… Es más fácil de decir que de llevar a cabo, pero no imposible.
José Cura
– ¿Qué sueños le quedan por hacer realidad como artista lírico? ¿De qué modo trabaja para ir, día a día, superándose a nivel profesional?
En cuarenta años como profesional, he hecho prácticamente todo lo que me propuse, incluso regresar, hace ya 28 años, a mis carreras iniciales de composición y dirección de orquesta. He podido estrenar todas mis obras, entre ellas mi Requiem y mi ópera cómica, Montezuma y el Fraile Pelirrojo, he hecho más de quince producciones como director de escena, escenógrafo e iluminador, muchas de ellas premiadas o todavía en cartel después de 10 años. Acabo de terminar mi primera obra para el teatro de prosa, que quizás se estrene el año próximo. No paro. Cada vez me queda menos tiempo para hacer tantas cosas que sueño con hacer, y encima, ahora que soy abuelo, si lo de ser padre había trastocado mi escala de valores hace 36 años, lo de abuelo fue un “golpe de gracia maravilloso”. No me puedo quejar.
Me queda una sola tristeza y es la de no haber podido nunca formar parte del tejido artístico y social tanto de mi tierra natal, Argentina, como de mi país adoptivo, España, donde vivo desde 1999. Lo de nemo propheta in patria, no ha cambiado un ápice desde que las palabras de Cristo fueran inmortalizadas en la Biblia. En un mundo donde la homologación rasa es la nueva doctrina, corregir semejante definición de humana pequeñez, sería impensable.
José Cura