El vocablo griego pámphilos, que puede traducirse como “bondadoso”, derivó en el nombre propio latino Pamphĭlus. A nuestro idioma la noción llegó como pánfilo (o Pánfilo, con mayúscula inicial, en el caso del nombre propio).
El término se usa como adjetivo para aludir a quien es ingenuo, torpe o bobo. Un pánfilo, en este marco, tiene dificultades para comprender conceptos básicos o suele actuar de forma irracional u errónea.
Por ejemplo: “No quiero trabajar más con ese pánfilo, siempre tengo que solucionar sus errores”, “No seas pánfilo y llama a tu novia que debe estar preocupada”, “Este profesor es un pánfilo que sabe menos que los alumnos”.
Calificar a alguien de pánfilo, por lo tanto, es despectivo. Con dicha palabra se hace referencia a su candor o su idiotez.
Pánfilo, por otra parte, es un personaje de la mitología griega. Descendiente de Egimio, fue el monarca de los dorios. Cuando falleció su progenitor, se encargó de dividir el reino con su hermano Dimante y con Hilas (hijo adoptivo de Egimio).
La tribu de los dorios es una de las cuatro que existieron en la antigua Grecia, y tuvo una historia muy característica, que podemos apreciar al estudiar sus tradiciones, su organización social y su idioma. A nivel geográfico, se ubicaban en la base del macizo montañoso conocido como Pindo, en la cordillera griega del Epiro.
El rey Pánfilo se asoció con los heráclidas, los hijos de Heracles y sus propios descendientes, para llevar a cabo la invasión del Peloponeso, una península griega que se une al continente a través del istmo de Corinto. Con los heráclidas compartió sus últimos momentos, ya que él y su hermano perdieron la vida en pleno combate. La tribu denominada Sición, cuyos habitantes eran los sicionanos, lo consideraba su ancestro mítico.
Más allá de lo mitológico, encontramos a diversas personalidades históricas que llevan el nombre de Pánfilo. Entre ellas podemos nombrar a Pánfilo de Anfípolis (un pintor macedonio que vivió en el siglo IV antes de Cristo), Pánfilo de Alejandría (gramático del siglo I), Pánfilo Sasso (escritor y filósofo italiano del Renacimiento), Pánfilo de Narváez (explorador español de la época de la Conquista) y Pánfilo Natera (militar mexicano del siglo XX).
El pintor Pánfilo de Anfípolis dirigió la escuela de la ciudad de Sición, mencionada más arriba. Se formó con Eupompos, quien había fundado dicha escuela, aunque la historia cuenta que su legado fue mucho mayor. Si bien no conocemos muchas de sus obras, sí tenemos constancia de que hizo mucho por la pintura enseñando a otras personas, entre las que se encuentran Pausías, Apeles y Melantio. Por otro lado, el propio Alejandro Magno lo tuvo como su pintor personal.
Pánfilo de Alejandría, por su parte, perteneció a la escuela de Aristarco de Samotracia y escribió un diccionario compuesto de 95 tomos en el cual reunió términos extranjeros o extraños, continuando el trabajo de su autor original, Zopiro. Lamentablemente, esta obra no se conserva. El gramático Ateneo de Náucratis lo incluyó en su obra titulada Banquete de los eruditos.
A los nacidos en la antigua provincia romana de Panfilia, por último, se los conocía como pánfilos. En el año 133 a. C. la región de Panfilia pasó a formar parte de la administración provincial romana.
El nombre de esta provincia tiene su origen en el idioma griego, donde se puede traducir como «todas las razas«. Se hallaba en la costa austral de la península de Asia Menor (también conocida como Anatolia), con la región de Licia al oeste y la zona costera llamada Cilicia al este. Los montes Tauros y el mar Mediterráneo impedían que colindara con la región de Pisidia.