El vocablo latino pecten llegó al castellano como peine. Así se denomina al utensilio que se utiliza para desenredar y arreglar el cabello.
Este objeto dispone de púas o dientes que se ubican muy próximos entre sí. De esta manera, cuando la persona pasa el peine por su cabeza, la disposición de las púas ayuda a alisar y componer el pelo.
La cantidad y el grosor de las púas varían según el tipo de peine. En cuanto al mango y a la estructura de este elemento, actualmente suelen fabricarse con madera o con plástico, mientras que en la antigüedad eran populares los peines de concha de tortuga y de marfil.
Es importante mencionar que el peine es un artículo cuyos orígenes son remotos. Algunos arqueólogos han hallado peines en tumbas egipcias que presentan características similares a las que exhiben los peines de la actualidad.
Los peines suelen estar presentes en todos los hogares y, por lo general, son instrumentos de uso diario. Es habitual que los seres humanos deseen ordenar su cabellera antes de salir a la calle para que su apariencia no resulte descuidada.
Pero son más las razones por las cuales deberíamos usar el peine a diario. Por ejemplo, es necesario para retirar los cabellos que ya se han desprendido del cuero cabelludo, porque si los dejamos allí pueden resultar contraproducentes para nuestras prácticas de higiene. No debemos olvidar que el cabello que se cae muere y, por lo tanto, se convierte en materia que poco a poco se descompone; sobra decir que nadie querría tener «desechos» en su cabeza.
En resumen, pasarse el peine todos los días no debería ser una actividad relacionada de manera exclusiva con el aspecto físico o la moda, sino en primer lugar con la higiene personal y la salud de nuestro organismo.
Por otro lado, hay muchas personas que temen peinarse porque creen que de esta manera colaboran con la caída del cabello. Eso les ocurre en especial a aquellos que tienen una cabellera con especial tendencia a enredarse, ya que el peine se traba con mucha frecuencia y es muy difícil completar la tarea sin llevarse unos cuantos cabellos «de más». Sin embargo, si nos peinamos con cuidado y paciencia, no solo no propiciamos nuestra calvicie sino que mejoramos la irrigación sanguínea del cuero cabelludo.
A la hora de usar el peine, es importante sobre todo no ejercer una fuerza exagerada, sino ejercitar la paciencia y la suavidad. El cuero cabelludo se beneficia del masaje que se da al rozarlo con los dientes del peine, siempre que éstos no lo «arañen» sino que lo «acaricien». Si encontramos una zona muy enredada, entonces debemos buscar la manera de separar los cabellos sin arrancarlos; para esto puede ser muy útil mirarnos al espejo y enfocarnos en el nudo sin perder la calma.
También existe el peine para piojos y liendres, el cual se suele comercializar en paquetes que incluyen productos líquidos para aplicar directamente sobre el cuero cabelludo. Sus dientes se fabrican especialmente pequeños y con una distancia ínfima entre sí para llevarse consigo los insectos y sus huevos. Dependiendo de la región, este producto se conoce como peine fino o simplemente peine para piojos.
La noción de peine también se emplea para aludir a la estructura de metal que, en ciertas armas de fuego, alberga los proyectiles. En este caso, el peine es un cargador que reúne varios cartuchos.
En Alemania, por otra parte, Peine es el nombre de una localidad que se sitúa en el estado de Baja Sajonia, en el norte del país. Cuenta con unos 50.000 habitantes y tiene a la producción de acero como principal recurso de su economía.