Los monocultivos (los cuales se engloban en el desarrollo de una agricultura intensiva) son uno de los factores que influyen en la pérdida de biodiversidad, una problemática que provoca, por ejemplo, la degradación de hábitats y la extinción de muchas especies.
La pérdida de biodiversidad es una problemática de alcance universal que posee múltiples causas y genera diversas consecuencias. Es importante, por lo tanto, informarse sobre los motivos que desencadenan este fenómeno demoledor y peligroso para todo el planeta e investigar acerca de las posibles soluciones o estrategias que pueden contribuir a revertir o a frenar los daños medioambientales.
La educación ambiental, junto al sentido común, políticas públicas orientadas a la preservación de los ecosistemas y buenas prácticas tanto individuales como colectivas, es un combo fundamental para cuidar la Tierra y respetar a todos los seres y organismos que la habitan.
No se puede pasar por alto la relevancia que posee la biodiversidad, ya que es vital para la supervivencia y la óptima calidad de vida de todas las especies, incluida por supuesto la humana.
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ResumenCausas de la pérdida de biodiversidad
Las causas de la pérdida de la biodiversidad son numerosas, pero unas son más alarmantes que otras. Las diferencias entre unas y otras se deben al impacto que tienen, su alcance o a la posibilidad de poder, o no, ser evitadas, aplacadas o remediadas en un corto, mediano o largo plazo.
Al ir descubriendo las fuentes de detrimento de los ecosistemas sale a la luz que, lamentablemente, las personas somos las principales responsables de este problema que, incluso, pone en jaque nuestra salud y el bienestar de las futuras generaciones.
Los planes de urbanización, la sobrepoblación humana, la deforestación, el tráfico de especies, la caza furtiva, la minería y el consumo excesivo son algunos de los disparadores del panorama adverso en materia de diversidad de especies.
Claro que también se agudiza la delicada situación de gran cantidad de flora y fauna a raíz del cambio climático, la contaminación, la acidificación oceánica, el calentamiento global y el uso insostenible de recursos, por sumar otros factores. Muchos de estos ítems, además, explican la alteración del ciclo del agua.
De profundizar la investigación sobre los desencadenantes de la pérdida de biodiversidad no tarda en brotar el asunto de la invasión de especies exóticas. Esta cuestión se da cuando, ya sea de modo voluntario o sin intención, microorganismos, hongos, plantas o animales resultan transportados a zonas ajenas a sus áreas de distribución natural.
La caza furtiva, el tráfico ilegal de fauna, la destrucción de hábitats y el cambio climático, entre otros factores, ponen en peligro a muchas especies, hasta el punto de llegar en algunos casos a la extinción.
Impactos y efectos
La pérdida de biodiversidad se traduce, concretamente, en un desequilibrio ecológico. Al afectarse al menos un elemento que le da estabilidad a la naturaleza se produce inestabilidad a nivel biológico. Así, por lo tanto, se observa desertificación por prácticas agrícolas no sostenibles, incendios forestales reiterados, sobreexplotación de territorios, etc.
Desafortunadamente, la cada vez más frecuente destrucción de hábitats está provocando una marcada extinción de especies y multiplicando considerablemente el número de especies en peligro. Y eso conduce, a la vez, a un desequilibrio en cadenas tróficas.
Es imprescindible ponerle un freno al desbalance en ecosistemas terrestres y trabajar contrarreloj de manera sostenida y eficiente para recobrar el equilibrio en suelo, aire y agua. De lo contrario, el impacto negativo será cada vez más grave hasta llegar a una realidad imposible de revertir.
Estrategias para luchar contra la pérdida de biodiversidad
Es de enorme valor el esfuerzo y la tarea que realizan en todo el mundo los voluntarios de agrupaciones y organizaciones conservacionistas y los movimientos vinculados al cuidado del planeta y la protección de especies, pero siguen necesitándose más acciones, medidas y estrategias para luchar contra la pérdida de biodiversidad.
De querer hacer de la Tierra un lugar más saludable y atractivo para vivir (sin que sigamos padeciendo los efectos de la pérdida de polinizadores y de glaciares, entre otros) es primordial que se inviertan recursos y tiempo en educación ambiental. Hay que preparar y estimular a niños, jóvenes y adultos, asimismo, para que adquieran hábitos positivos y respetuosos enmarcados en el desarrollo sostenible y en un estilo de vida basado, por ejemplo, en el consumo responsable. No derrochar agua, involucrarse voluntariamente en limpiezas de playas para retirar de la arena elementos contaminantes y minimizar la cantidad de plásticos en océanos, trasladarse en medios de transporte sostenibles y utilizar dentro de lo posible energías renovables son pequeños gestos que la naturaleza agradece.
Los gobiernos, en tanto, deben impulsar políticas y leyes que promuevan el progreso y el crecimiento social y económico sin que ello genere decadencia ambiental. También hay que desalentar el turismo insostenible o no sustentable y batallar contra la pesca con redes de arrastre y la biopiratería.
La llegada de elementos plásticos al mar, además de contaminar el océano, representa un serio peligro para la supervivencia y el bienestar de la fauna marina, ya que algunas especies confunden a dichos productos con comida.
Las empresas e industrias, por su parte, tendrían que estar obligadas a implementar buenas prácticas en sus procesos y tener protocolos o dinámicas que resulten seguras y causen el menor impacto ambiental posible.
Combatir y condenar desde la tala ilegal hasta la sobrepesca; controlar la extracción y explotación de recursos naturales; disminuir el nivel de contaminación y hacer campañas de concientización para que cada vez más individuos reciclen, reutilicen elementos, cuiden los recursos y eviten arrojar residuos en sitios indebidos es preciso para conseguir una convivencia armónica en el planeta.
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