La planificación familiar propicia mejoras en la salud, y la vida, de cada integrante del hogar. Con información, educación, asistencia médica y acompañamiento profesional es posible cuidar la salud de la mujer a través de, por ejemplo, un espaciamiento de los embarazos.
Planificación familiar es un concepto que, a través de la educación sexual desde edad temprana, jóvenes, hombres y mujeres tendrían que conocer bien y poner en práctica a fin de poder decidir y elegir cómo cuidarse íntimamente, proteger su salud y controlar la cantidad de hijos que se desean (o no) concebir.
Existen dentro de esta noción diversas prácticas que apuntan al control de la natalidad. Al respecto, no se puede dejar de resaltar que se reconoce a la planificación familiar como un derecho humano. Todo individuo, sin distinción ni excepción de ninguna clase, merece ser informado en torno a salud reproductiva y tener métodos anticonceptivos a su disposición.
Es importante saber (o recordar) que los profesionales que se dedican a instruir en torno a este asunto no se limitan a enseñar cómo buscar o evitar un embarazo: también aleccionan en relación a cómo prevenir y tratar enfermedades de transmisión sexual.
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ResumenMétodos de planificación familiar
Tanto para la mujer como para el hombre se han desarrollado opciones que apuntan a minimizar (o impedir) las chances de que se produzca un embarazo no deseado. Por eso a continuación indicaremos cuáles son, qué características poseen y cómo se clasifican los métodos de planificación familiar.
En primer lugar aparecen los métodos naturales, que le exigen a la población femenina conocer bien a su organismo. Es fundamental que cada una sepa cuándo es su periodo de ovulación con el propósito de favorecer o frenar un posible embarazo.
La abstinencia sexual, es decir, no mantener relaciones sexuales, es la alternativa más segura a la hora de no correr ningún riesgo vinculado a la procreación. El método del ritmo o del calendario, en tanto, no se aconseja en caso de tener un ciclo menstrual irregular debido a que se respalda en cálculos de días de mayor o menor fertilidad a lo largo del mes.
También son parte de este grupo la técnica del moco cervical, el método de controlar la temperatura basal, el procedimiento del retiro o coito interrumpido y el método muy puntual y temporal de tener en consideración el periodo de lactancia exclusiva durante el cual la mujer no esté menstruando.
Los métodos de barrera, en cambio, contemplan a los preservativos (que proporcionan protección frente al embarazo y a infecciones que se pueden transmitir por vía sexual como el caso del VIH/SIDA, por ejemplo). El diafragma y los espermicidas son otras de las variedades presentes en este conjunto.
La planificación familiar contribuye a planear la llegada de hijos deseados en una cantidad específica y en un momento concreto de la vida, a minimizar riesgos en materia de salud y a llevar adelante un embarazo controlado.
Tampoco hay que pasar por alto a los métodos hormonales como el DIU (Dispositivo Intrauterino), la píldora anticonceptiva y el recurso de la anticoncepción de emergencia, por mencionar algunas de las posibilidades.
Dentro de los métodos quirúrgicos, por último, figuran la ligadura de trompas (en el caso de las mujeres) y la vasectomía (destinada a los hombres).
Salud reproductiva
Al interesarse en cuestiones enlazadas con la planificación de la maternidad o de la paternidad es oportuno aprender a distinguir entre salud reproductiva (mediante la cual se garantía el derecho a seleccionar el método anticonceptivo más acorde a las necesidades y posibilidades de cada persona, a acceder a un servicio de salud digno, etc) y salud sexual (interpretada como un estado de bienestar socioeconómico, emocional y físico vinculado a la sexualidad).
Resulta importante señalar que los derechos a la salud tanto reproductiva como sexual constituyen una pieza primordial del derecho a la salud. Deben asegurarse, en este marco, el respeto hacia los derechos del niño y la equidad en salud para que nadie, por cuestiones de género, quede marginado del acceso a la atención médica.
La salud materno-infantil, al igual que la del resto de los sectores de la población, se favorece cuando se implementa adecuadamente la estrategia de la planificación familiar. Con contención y un abordaje profesional óptimo desde el área de Obstetricia, por especificar una realidad puntual, las pacientes pueden efectuar una toma de decisiones informada, sentirse acompañadas y apoyadas en sus elecciones personales sobre el control de la natalidad y disponer tanto de asesoramiento preconcepcional como prenatal.
La paternidad responsable implica el compromiso masculino para ocuparse de la crianza de los hijos, satisfacer sus necesidades básicas, darles afecto y estar presente en cada etapa de la existencia de ellos.
Educación y consejería en planificación familiar
En planificación familiar, la educación y la consejería son primordiales. La enseñanza de la sexualidad debe estar asegurada siempre desde las primeras etapas de la existencia para que, a medida que vayan creciendo, todos los seres humanos reciban datos relevantes y puedan adquirir las herramientas suficientes como para adoptar medidas saludables, responsables y conscientes en cuanto a su vida sexual. Los índices de embarazo en la adolescencia pueden disminuir considerablemente cuando se evidencia un fuerte compromiso por dar educación sexual en las escuelas, se insiste con la necesidad de adoptar métodos de prevención para embarazos y enfermedades que se transmiten sexualmente, se educa en torno a todo lo que implica realizarse un aborto y se concientiza acerca del valor de los chequeos y controles ginecológicos.
Es responsabilidad de cada Estado, por otra parte y simultáneamente a las campañas de paternidad y/o maternidad segura y deseada, llevar adelante una sólida política de salud pública y tener (y hacer cumplir) leyes de salud reproductiva.
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