En el ámbito de literatura y del cine, se califica como policial o policíaca a la obra centrada en un delito y en la búsqueda de su responsable. La idea de negro, por su parte, se utiliza en este marco para aludir al subgénero que se basa en los crímenes y en los componentes violentos o sórdidos.
Estas ideas nos permiten avanzar con la definición de policial negro. Así se menciona al libro o a la película cuyo personaje central suele ser un policía, un detective u otro tipo de investigador que tiene la misión de resolver un misterio vinculado al mundo criminal.
Orígenes del policial negro
El policial negro surgió en la década de 1920 en el territorio estadounidense y se popularizó a partir de los años ‘30. Autoras y autores como Dorothy B. Hughes y Dashiell Hammett fueron pioneros en la creación de esta clase de historias que, a diferencia de lo que ocurre en el policial clásico, suelen desarrollarse en ambientes marginales y con detectives que arrastran sus propias miserias y puntos oscuros.
Uno de los nombres más reconocidos dentro de este género es el de la escritora británica Agatha Christie, nacida en el año 1890. Su aporte al policial negro le mereció un reconocimiento que ha trascendido el tiempo y las fronteras geográficas. Comenzó a escribir de muy pequeña, siempre con un profundo interés por el misterio, y así llegó a ofrecernos 66 novelas policiales, además de obras de otros géneros, incluyendo el teatro y las historias cortas.
Características del género
En el policial negro, el investigador no se limita a trabajar desde su oficina, sino que visita los mismos lugares que los delincuentes y asesinos. Por eso conoce los códigos que manejan los malvivientes y hasta puede incurrir en sus prácticas si es necesario.
De acuerdo a los expertos, la esencia del policial negro consiste en representar una sociedad en decadencia y sin valores, donde detrás de cada delito suele haber una red de intereses políticos y económicos. Las leyes, en este contexto, tienden a quedar en un segundo plano.
El acompañante del protagonista en el policial negro
Uno de los elementos más característicos de este género es la persona que acompaña al detective, que suele trabajar con él en un puesto de menor rango. Cabe señalar que esta figura no siempre es masculina: existen historias protagonizadas por una investigadora, aunque dadas las cuestiones machistas de nuestras sociedades, son más modernas y poco comunes.
Ya sea que se trate de un estudiante de leyes en prácticas o de otro policía, el acompañante juega un papel muy importante en la historia de un policial negro porque le permite al personaje principal reflexionar en voz alta y recibir una devolución a sus ideas, que muchas veces lo lleva a resolver el caso. Así como nos ocurre en la vida cotidiana, poder hablar con alguien de nuestros problemas tiene más de un beneficio: nos desahogamos, recibimos consejos y también tomamos cierta distancia de los conflictos para analizarlos con una mayor objetividad.
Los crímenes
El peso que adquieren los crímenes en las novelas de policial negro puede llegar a ser considerable, al punto de poner en dudas la capacidad del detective para resolver el caso. Se convierten en un personaje más, que lo acecha y lo atormenta con su naturaleza escurridiza. Los criminales suelen ser retorcidos y muy astutos, tanto como para dejar todas las piezas del rompecabezas a la vista de las autoridades sin que puedan advertirlas.
Una de las habilidades de los criminales, o bien uno de los efectos de los crímenes en sí mismos es tocar el punto débil del investigador. Si la historia se basara simplemente en la resolución de un caso desde un punto de vista técnico no sería muy atractiva para las masas; sin embargo, cuando entran en juego los traumas y las frustraciones personales, que pueden desenterrar dolores del pasado y poner en riesgo la investigación, todo cambia.