El adjetivo pordiosero permite calificar a quien se dedica a pedir limosna. El término proviene de la expresión “por Dios”.
Es importante mencionar que la limosna es aquello que se entrega por caridad. Por lo general se trata de dinero que se concede de manera solidaria para que el receptor pueda satisfacer sus necesidades elementales.
Un pordiosero, por lo tanto, es un mendigo. Se trata de un individuo que sobrevive gracias a la ayuda de otras personas, quienes se solidarizan con sus penurias y contribuyen económicamente o materialmente con él.
El pordiosero se mantiene con las limosnas y no con su trabajo. Puede tratarse de alguien que busca empleo y no encuentra o de un sujeto que, por diferentes cuestiones (discapacidad física, enfermedad mental, niños a cargo, etc.), no está en condiciones de trabajar.
Más allá de las características individuales que pueden llevar a la mendicidad, los pordioseros suelen ser víctimas de las condiciones económicas imperantes y un reflejo de la desigualdad social. Por eso el número de pordioseros crece en los países más pobres.
Cuando de pequeños nos encontramos por primera vez con la pobreza generalmente no entendemos muy bien de qué se trata, por qué algunas personas no tienen dónde dormir y no pueden comer todos los días, entre otras de las terribles características de la vida en la calle. La figura del pordiosero es difícil de comprender para un niño, pero también para un adulto porque si nunca hemos estado en una situación de extrema necesidad nos resulta casi imposible imaginar el recorrido que podría llevarnos a ella.
Uno de los errores más comunes es pensar que estas personas no se han esforzado lo suficiente por triunfar en la vida o por proteger aquello que hubieran conseguido antes de quedarse en la calle. Si bien no podemos explicar con exactitud el fenómeno al que denominamos «suerte«, seríamos necios si asegurásemos nunca haber sentido que «teníamos mala suerte». Nadie es perfecto; los errores son parte de la vida, pero el problema es que algunas veces una mala decisión nos conduce a la perdición absoluta, a un pozo tan profundo que el regreso se vuelve casi imposible.
La figura del pordiosero es tan fortuita como la del artista famoso, con una diferencia principal: sólo el segundo persigue tal título. Hay un sinfín de historias de personas que se preparan toda la vida para alcanzar sus sueños, ya sea estudiando de forma académica o autodidacta, que se rodean de gente a la que consideran «sus amigos» y que incluso consiguen ganar mucho dinero antes de ese día fatídico en el que vuelcan la pieza incorrecta y toda su estructura comienza a desmoronarse frente a sus ojos. Ese día, un individuo exitoso puede convertirse en un pordiosero.
Una de las consecuencias más tristes y alarmantes de la pobreza extrema es la repercusión en la salud mental de quienes la padecen. Comer menos de lo necesario, dormir en pésimas condiciones, sufrir las inclemencias del tiempo y, quizás lo peor, la indiferencia de los transeúntes conduce muchas veces a diferentes trastornos mentales que dificultan aún más el regreso a una vida feliz.
Jóvenes Pordioseros, por otra parte, es el nombre de una banda de rock fundada en 1993 en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Su líder es “Toti” Iglesias, cantante y guitarrista del grupo.
En 2001, Jóvenes Pordioseros editó su primer álbum, titulado “Probame”. El éxito masivo llegó con la siguiente producción: “Vicio”, presentada en 2004 y con hits como “Descontrolado”, “No la quiero dejar” y “Nunca me enseñaste”. A lo largo de su trayectoria, Jóvenes Pordioseros se caracterizó por reflejar la influencia de The Rolling Stones en su música.