Del latín positūra, la postura es la posición o actitud que alguien adopta en determinado momento o respecto de algún asunto. En el sentido físico, la postura está vinculada a las posiciones de las articulaciones y a la correlación entre las extremidades y el tronco.
Es importante establecer que, en ocasiones, el no adoptar posturas correctas cuando se camina o cuando se está sentado trae consigo una serie de consecuencias negativas para el propio cuerpo. Así, por ejemplo, se pueden producir enfermedades tales como la lordosis, que puede definirse como una curvatura en la zona de las lumbares, o la escoliosis. Esta última patología se traduce en la desviación de la columna vertebral.
La importancia de cuidar la postura
Muchas son las personas que por determinadas razones, como que permanecen en su puesto de trabajo en la misma postura, pueden sufrir enfermedades como las citadas. Por tal motivo, se les recomienda que lleven a cabo una serie de buenas prácticas para evitar aquellas.
En concreto, se les aconseja ir intercalando los momentos de trabajo con descanso para poder relajar el cuerpo y estirarlo o tener la espalda bien pegada a la silla.
El vínculo con el espacio
La postura del cuerpo suele estar relacionada al espacio, tanto físico como social, que le rodea. Por ejemplo: si un hombre muy alto ingresa a una habitación con el techo bajo, deberá adoptar una cierta postura para evitar golpearse la cabeza. Esta postura, por lo tanto, estará determinada por el espacio físico.
Si, en cambio, una persona se encuentra frente a la tumba de un ser querido y agacha la cabeza, la postura obedece a un ritual cultural o simbólico. Nada físico obliga al sujeto a adoptar esa postura, sino que se trata de una actitud de recogimiento frente a una pérdida afectiva.
Postura y comunicación no verbal
Además de todo lo expuesto no podemos pasar por alto que la postura es una de las herramientas que existen dentro de la comunicación no verbal para expresar todo aquello que se desea sin necesidad de tener que utilizar las palabras. A veces, incluso, nuestra postura simplemente actúa por su cuenta, nos delata sin querer.
Así, por ejemplo, cuando alguien se encuentra ante otra persona y cruza sus brazos eso quiere decir que se está protegiendo de ella, que pone una barrera entre ambos. De la misma forma no hay que pasar por alto que una manera de conectar con un interlocutor, de acercarse emocionalmente hablando a él, es adoptar una postura similar a la suya.
La influencia de las reglas sociales
Las pautas de comportamiento y las reglas sociales tienen una gran incidencia en las posturas que se adoptan en público. Un adulto no debe sentarse y apoyar sus pies en otra silla, ya que dicha postura sería asociada a la mala educación o a la falta de respeto. Un militar tampoco puede adoptar cualquier postura frente a un superior: debe estar firme y con la cabeza erguida, sino estaría demostrando que no respeta la autoridad y la escala jerárquica.
La postura, como actitud, hace referencia al pensamiento de una persona: “Mi postura es que no tenemos que ir a una fiesta a la cual sólo nos invitaron por obligación”, “Según tu postura, debería golpear a mi jefe por cada reto”.