El tratamiento del agua demanda varios pasos y etapas. La precloración es un proceso que se lleva a cabo cuando el agua ingresa a la planta depuradora, ya que prepara el fluido para que las siguientes fases resulten más eficaces.
Eliminar contaminantes
Con la precloración, se incorpora al líquido un agente que produce formas activas de cloro: un elemento químico gaseoso que se licúa con facilidad y se emplea para desinfectar y blanquear o como plaguicida, por ejemplo. Gracias a la precloración es posible eliminar manganeso, hierro, algas y bacterias, entre otros contaminantes.
La precloración acciona por oxidación de materias orgánicas e inorgánicas. Además afecta procesos bioquímicos de los microorganismos, minimiza el olor y contribuye a la coagulación y a la floculación.
Es importante mencionar que la precloración se realiza apenas el agua ingresa a la planta de tratamiento. Se trata de una desinfección primaria con una dosis inicial de cloro que comienza a “preparar” el agua hasta que se vuelva potable. También es posible que, más adelante, se lleve a cabo otra cloración para que no se produzca una recontaminación y el agua siga siendo segura al llegar a los domicilios.
Riesgos de la precloración
Sin embargo, hay estudios científicos que advierten sobre los riesgos de la precloración. Entre ellos aparece la formación de trihalometanos, compuestos volátiles que se generan cuando la materia orgánica presente en el agua reacciona al entrar en contacto con el cloro.
De acuerdo a algunas investigaciones, la ingesta de trihalometanos en grandes cantidades y durante mucho tiempo resulta potencialmente cancerígena y puede provocar problemas hepáticos. Por eso hay expertos que recomiendan dejar de lado la precloración y, en su reemplazo, recurrir a un tratamiento con ozono o carbón activo. De todos modos, el uso de cloro sigue siendo indispensable para potabilizar el agua.
Los primeros estudios en torno a la generación de trihalometanos tuvieron lugar en los años 70, en los Estados Unidos, y ya desde el comienzo se relacionó este fenómeno con la combinación de cloro y agua. Dos procedimientos que usaron en aquel momento son la espectrometría de masas (el análisis del espectro de frecuencias típico de un movimiento de ondulación) y la cromatografía de gases (un método para separar los componentes de una mezcla compleja para la identificación y la determinación de sus respectivas cantidades).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, de todos modos, no es tan peligroso hacer frente a los riesgos del consumo de trihalometanos como cesar la desinfección del agua haciendo uso de cloro. Para sosterner esta afirmación, aseguran que el riesgo de contraer una enfermedad por medio del consumo de esta materia orgánica es especialmente alto luego de varias décadas de exposición ininterrumpida, tal y como ocurre con casi todos los productos que producen cáncer. Con respecto a las estadísticas, aseguran que uno de cada cien mil individuos que beban agua tratada con precloración durante al menos setenta años puede padecer cáncer.
Precauciones
Para hacer frente a este aumento en la producción de trihalometanos cuando se lleva a cabo la precloración en aguas de alto contenido orgánico, los expertos ofrecen diferentes estrategias que, si se aplican de manera adecuada, pueden reducir el riesgo:
* disminuir las descargas con un contenido elevado de materia orgánica natural en las fuentes abastecedoras;
* utilizar carbón activado en polvo;
* filtrar el agua usando una membrana, con el objetivo de reducir la materia orgánica natural;
* controlar la dosis de desinfectante;
* modificar la clase de desinfectante que se usa y su punto de aplicación;
* mejorar la coagulación;
* usar más de una estrategia para tratar las aguas a lo largo del proceso;
* remover los trihalometanos que ya se hayan formado.