Un preservativo es una cobertura que se emplea en el pene durante el acto sexual. También llamado condón o profiláctico, su finalidad es minimizar el riesgo de contagio de ciertas enfermedades y reducir la posibilidad de un embarazo.
El preservativo, por lo tanto, forma parte de los métodos anticonceptivos. Al cubrir el pene durante un coito de una pareja heterosexual, el semen que es expulsado durante la eyaculación no ingresa a la vagina de la mujer y no se produce la fecundación. Por sus características, el preservativo también es un mecanismo de protección ante el SIDA y otras enfermedades que se transmiten por vía sexual.
La mayoría de los preservativos están hechos de látex. Su elasticidad permite que se adapten a la forma del pene, aunque hay preservativos de diferentes medidas. También existen preservativos de colores, con texturas y saborizados, entre otros.
La efectividad del preservativo
La efectividad del preservativo como método anticonceptivo y mecanismo de protección depende, en gran parte, de su adecuada colocación. Si se lo coloca de forma inapropiada, el semen puede escaparse y entrar en contacto con el cuerpo de la pareja.
Para que sea efectivo, el preservativo debe colocarse con el pene en estado de erección y antes de que esté en contacto con la pareja. Se debe colocar en la punta del glande y luego ser desenrollado hasta cubrir todo el pene. Es importante tener en cuenta que cada preservativo sólo puede utilizarse una vez.
La versión femenina
Cabe destacar que también existen los preservativos femeninos, que se ubican dentro de la vagina y cubren también el clítoris y los labios vaginales. Del mismo modo que el masculino, impide a modo de barrera que los espermatozoides lleguen al óvulo y, por lo tanto, sirven para controlar la natalidad.
Además de reducir las probabilidades de embarazo, el preservativo femenino ayuda a prevenir ciertas infecciones que pueden propagarse durante el acto sexual, como ser la contracción del VIH. Por otro lado, cabe mencionar que no suele funcionar con la misma efectividad que la versión masculina.
El material usado para la fabricación del preservativo femenino tradicional se denomina poliuretano y es un plástico delgado y resistente. Existe un modelo más moderno y económico que utiliza una sustancia conocida como nitrilo. Gracias a la presencia de dos anillos, uno en cada extremo, el condón puede fijarse dentro de la vagina de la siguiente manera:
- El anillo que queda dentro del órgano femenino cubre el cuello del útero y queda ajustado.
- El otro cubre la vulva, por lo cual queda fuera de la vagina.
Retomando su efectividad, se estima que su uso habitual ofrece resultados exitosos entre el 75% y el 82% de las veces, aunque este porcentaje puede ascender al 95% si se utiliza sin cometer ningún error, o sea, teniendo en cuenta todas las indicaciones. Algunas de las razones por las que el preservativo femenino puede fallar son las siguientes:
- Que haya una ruptura en su superficie, ya sea que haya venido defectuoso de fábrica o que se produzca durante el coito.
- Que no se coloque antes de que se produzca la primera penetración.
- La falta de constancia en su uso (basta con dejar de utilizarlo una vez para «tentar a la mala suerte»);
- Derrame de los contenidos del preservativo mientras se retira de la vagina.
Es importante recordar que el preservativo femenino, así como el masculino, se puede comprar sin necesidad de contar con una receta médica y que es muy accesible, aunque su precio sí es mayor al del condón para hombres. Además, no sólo se puede conseguir en las farmacias, sino que también lo venden en las clínicas de planificación familiar y en las que tratan las infecciones de transmisión sexual.