En el terreno de la medicina, se habla de prevención para aludir a las acciones que se llevan a cabo con el objetivo de evitar o reducir el impacto de una enfermedad. De acuerdo a sus características, existen distintos tipos de prevención.
La prevención primaria apunta a impedir la adquisición de la enfermedad. Esta instancia, por lo tanto, implica actuar antes de la irrupción del trastorno.
Puede afirmarse que la prevención primaria busca que la persona no se enferme. Con dicho objetivo, los médicos deben desarrollar ciertas estrategias y actuaciones.
Las campañas para fomentar el uso de preservativos en las relaciones sexuales constituyen un ejemplo de prevención primaria. Si se utiliza condón, el riesgo de contagiarse enfermedades de transmisión sexual, como sida o gonorrea, se reduce muchísimo: se estima que la efectividad de estos productos para evitar los contagios ronda el 98%. Así, estas campañas ayudan a frenar las epidemias.
A través de la prevención primaria, en definitiva, se pretende actuar sobre los factores de riesgo o los agentes causales. Estas iniciativas están dirigidas a los individuos sanos.
En el propio nombre de este concepto podemos advertir el momento en el que ocurre este tipo de prevención y su importancia para la salud de las personas que se benefician de ella: el adjetivo primaria se define como «fundamental» o «primordial», de manera que se trata de algo que no puede ser omitido para cumplir el objetivo, de un elemento sin el cual no podría existir otro que lo complementa. En este caso, sin esta prevención aparece la enfermedad, por lo cual es una barrera esencial para mantenerse sanos.
Las causas de las enfermedades, por lo tanto, deben ser eliminadas durante la prevención primaria para reducir al mínimo la incidencia y evitar que la población se contagie. Este período previo a la acción de la enfermedad se conoce con el nombre de prepatogénico; es el que tiene lugar antes de que los estímulos que inducen los factores etiológicos comiencen a actuar y provoquen la enfermedad en cuestión.
En este contexto debemos mencionar la disciplina científica llamada epidemiología, que forma parte del ámbito de la medicina y se enfoca en el estudio de la distribución, la frecuencia y los factores que determinan las enfermedades en cada población humana dada. Por medio de la investigación, los científicos apuntan a identificar los determinantes y a decidir el modo en el que intervendrán para llevar a cabo la prevención.
Para llegar al punto en el que un etiólogo considere que una intervención será eficaz y posible de generalizar, se necesita la realización de ciertos estudios que permitan comprobar su eficacia.
Uno de los tipos de intervención más comunes de la prevención primaria es la promoción de la salud, que consiste en fomentar la defensa del bienestar de la población por medio de acciones que actúan directamente sobre ella. Algunos ejemplos son las campañas de concienciación contra el consumo de tabaco con un especial enfoque en la prevención del cáncer de pulmón, entre otras enfermedades que provoca esta sustancia.
La protección de la salud es otra estrategia que se enfoca en el medio ambiente en lugar de las personas, con actividades que promueven y protegen la higiene alimentaria y la sanidad ambiental, por ejemplo.
Como decíamos líneas arriba, existen otros niveles de prevención más allá de la prevención primaria. La prevención secundaria tiene la finalidad de lograr la detección precoz de la enfermedad y su inmediato abordaje para imposibilitar o dificultar su desarrollo.
Tras la prevención primaria y la prevención secundaria aparece la prevención terciaria, asociada al tratamiento del mal para conseguir la rehabilitación del sujeto. Finalmente, los expertos refieren también a la prevención cuaternaria, centrada en las recaídas.