La idea de prevención se utiliza en el ámbito de la medicina con referencia a las acciones que apuntan a evitar o minimizar el impacto de una enfermedad. Los especialistas distinguen entre diversos tipos de prevención.
Combatir enfermedades adquiridas
La prevención secundaria, en este marco, es aquella destinada a retardar o interrumpir el avance de una enfermedad que ya fue contraída. Por eso trata de detectar y diagnosticar el trastorno en una etapa incipiente, posibilitando el inicio rápido de un tratamiento e incrementando las posibilidades de curación.
Los niveles de prevención se definen según el grado de progreso de la enfermedad. La prevención primaria es la primera instancia: se dirige al sujeto sano y pretende impedir la adquisición de la enfermedad.
La siguiente etapa es la prevención secundaria, que busca el descubrimiento precoz de la enfermedad para abordarla de forma inmediata. Luego aparece la prevención terciaria, relacionada al tratamiento que se lleva a cabo para permitir la rehabilitación del paciente. Por último, de acuerdo a distintos especialistas, existe la prevención cuaternaria, que se centra en las recaídas.
La prevención secundaria, en definitiva, está dada por las medidas que tienen la finalidad de paralizar el desarrollo de una enfermedad o de, al menos, establecer un tratamiento adecuado para reducir las complicaciones.
Ejemplos prácticos
La promoción de una dieta saludable en pacientes con enfermedades cardiovasculares es un ejemplo de prevención secundaria. Las personas con cardiopatías deben tener una alimentación específica para que su cuadro no se agrave. Por eso un médico puede sugerir el consumo de alimentos con bajo contenido de sodio (para no contribuir al incremento de la presión arterial) y de colesterol malo (para ayudar a que las arterias no se bloqueen). Por supuesto, un experto es quien debe realizar estas indicaciones en base a sus conocimientos profesionales y a las características específicas de cada individuo.
Otro ejemplo muy común de prevención secundaria en el ámbito de la medicina se encuentra en las campañas de detección precoz de cáncer de mama. Para ello se lleva a cabo la llamada mamografía (que también se conoce por el nombre de mastografía), una exploración que se apoya en la tecnología de rayos X para observar la glándula mamaria en busca de signos de esta enfermedad. Las mujeres mayores de 50 años son el grupo al que se le indica este estudio. También deben realizar una autoexploración con frecuencia, siguiendo los consejos y las indicaciones de los expertos.
La prevención secundaria también alcanza la salud de los niños recién nacidos, a quienes se les suele realizar un análisis de sangre extraída de su talón para intentar detectar el hipotiroidismo congénito y la fenilcetonuria tan pronto como sea posible. La primera es una deficiencia de la glándula tiroides que puede causar un atraso en el desarrollo físico y psíquico; la segunda es una alteración del metabolismo que impide la síntesis del aminoácido tirosina en el hígado.
Las mujeres que usan anticonceptivos de consumo oral también deben seguir el plan de prevención secundaria llamado prueba de Papanicolaou o citología vaginal, una exploración que tiene como objetivo la detección temprana del cáncer cervicouterino. A los hombres, en tanto, se les recomienda el examen de próstata para diagnosticar el cáncer respectivo a tiempo.
Seguridad de las pruebas
La prevención secundaria se debe apoyar en pruebas de diagnóstico que puedan conseguir reducir el índice la mortalidad. Esto se debe garantizar mediante fundamentos científicos antes de que puedan aplicarse a la población sana. De ninguna manera se trata de detectar una enfermedad que no se pueda curar o combatir, ya que eso sería opuesto a la ética de la medicina y no ofrecería ningún beneficio a la gente.