Prima facie es una locución latina que suele utilizarse en el ámbito del derecho y que puede traducirse como “a primera vista”. Se emplea para nombrar a aquello que se observa o se reconoce al pasar y de forma ligera, sin que exista un análisis exhaustivo.
Esto quiere decir que el criterio formado prima facie no es definitivo ni concluyente, ya que una reflexión o una mirada más profunda pueden modificarlo. Lo que implica la expresión, por lo tanto, es una especie de advertencia o aclaración sobre un concepto.
Ejemplos de utilización de la expresión prima facie
Supongamos que un investigador debe determinar qué ocurrió con una mujer que se encuentra desaparecida desde hace varios días. Siguiendo unas pistas, llega a una casa y, al ingresar, no encuentra a la mujer, pero sí nota que hay algunos objetos que le pertenecen. Por lo tanto, en un primer contacto con los periodistas que aguardan en la puerta, indica: “No hemos encontrado a la mujer pero, prima facie, puedo decir que estuvo en esta vivienda”.
De manera similar, el médico de un equipo de fútbol puede señalar, tras revisar a un jugador que fue reemplazado por una dolencia, que el deportista, prima facie, tiene una fuerte contractura, aunque serán los estudios pertinentes los que confirmen o refuten ese primer diagnóstico.
En el marco de una actuación judicial, la locución prima facie se refiere a la apariencia inicial de una cierta situación o de un derecho, sin que dicha primera concepción implique prejuzgar el asunto en cuestión.
La pronunciación y el uso
Así como ocurre con muchas locuciones de origen latino, en el habla cotidiana se cometen varios errores cuando se utiliza prima facie. En primer lugar, con respecto a su pronunciación en español, es común oír «prima fache» o «prima fasie», aunque ambas son incorrectas, ya que teniendo en cuenta las reglas que conocemos del latín clásico, la «c» debe pronunciarse como una «k»; en otras palabras, la forma correcta de pronunciar esta expresión es «prima fakie».
El segundo error, todavía más común, es la anteposición de la preposición «a», algo que también con «grosso modo», por ejemplo. El uso de dicha preposición es innecesario, ya que el latín incluye en la desinencia de sus adjetivos y sustantivos un valor de circunstancia de modo que aporta el significado correspondiente; no olvidemos que se trata de una lengua de casos o flexiva, por lo cual sus vocablos pueden ser modificados para adquirir diversos matices, y no siempre requieren la combinación con otros términos.
Dicho esto, es importante resaltar que jamás deberíamos decir «a prima facie, el problema parece de fácil resolución», sino «prima facie, el problema…». Lamentablemente, el uso incorrecto de términos y expresiones extranjeras es más común que el caso opuesto, y esto ocurre no sólo en nuestra lengua, sino que en todas partes del mundo. Del mismo modo, así como los hispanohablantes podemos confundir la pronunciación de una palabra latina con las pobres nociones que solemos tener del italiano, los ingleses y los japoneses producen sonidos mucho peores.
¿Por qué apoyarnos en otras lenguas para expresar conceptos e ideas que existen en la nuestra? Algunas personas creen que por ese camino serán capaces de ostentar un cierto nivel intelectual; otras tienen motivos más nobles, como la idea de que sólo con dichos recursos es posible comunicarse de manera rica y compleja.
Sin embargo, el español es un idioma muy rico y de una complejidad incalculable; si todos nos esforzáramos por estudiarlo a fondo, seríamos capaces de evitar el uso de cualquier locución extranjera, algo que nos evitaría la humillación de incurrir en errores como los citados anteriormente y nos daría la satisfacción de comunicarnos de un modo correcto y claro.