La probabilidad subjetiva es aquella que se basa en la experiencia individual. La persona evalúa las posibilidades y asigna los valores de acuerdo a los hechos previos que conoce.
Es posible vincular la probabilidad subjetiva a una frecuencia relativa o a una conjetura. El sujeto mide el grado de probabilidad según la verosimilitud que le otorga a cada resultado posible.
Falta de certezas
Recordemos que, en un experimento aleatorio, no se puede establecer con certeza si un cierto evento sucederá, o no, en una prueba específica. A la medición de la probabilidad de que el evento en cuestión ocurra se le puede asignar un número.
En el caso de la probabilidad subjetiva, la estimación de la ocurrencia del evento se basa en la intuición o en la opinión, generalmente derivadas de experiencias previas. El individuo analiza la información de la que dispone y otorga un valor de probabilidad al evento según su nivel de creencia acerca de que el evento efectivamente ocurra.
Probabilidad frecuencial
Un concepto que no dista mucho de éste es el de probabilidad frecuencial, ya que tampoco se apoya en datos científicos, sino en la frecuencia con la que un mismo evento se repite en el tiempo como resultado de un experimento determinado. A pesar de que en su esencia sean diferentes, a menudo se confunden, y por eso estudiaremos un ejemplo que solamente es válido como forma de probabilidad frecuencial.
Vayamos al terreno de los deportes, uno de los ámbitos más populares del mundo. Si bien los jugadores profesionales tienen sus grupos numerosos de fanáticos que los adoran y los miran con un cierto grado de subjetividad, no dejan de ser trabajadores que deben someterse a un meticuloso escrutinio para estudiar su progreso, sus puntos débiles y su rendimiento en el campo de juego. Si queremos estimación las probabilidades de que un deportista anote en el próximo partido, por ejemplo, no existe un experimento infalible, sino que debemos recurrir a la probabilidad frecuencial.
Para ello debemos estudiar sus partidos anteriores, dentro de los que tengan características similares, y elaborar una estadística que nos presente la frecuencia con la cual sus tiros han sido exitosos. Finalmente, sumamos el próximo partido al gráfico y, siguiendo la tendencia hasta el momento, arriesgamos la respuesta. Si se tratara de probabilidad subjetiva, no haría falta un análisis porque bastaría con basarse en la admiración que el observador siente por el jugador: «Creo que anotará, porque es un genio».
Pronóstico del tiempo y probabilidad subjetiva
Es habitual que alguien recurra a la probabilidad subjetiva al referirse al pronóstico del tiempo. Aquel que no es meteorólogo ni tiene la posibilidad de interpretar información científica procedente de satélites puede basarse en su propia experiencia para estimar qué tan probable es que llueva en las siguientes horas. Si expresa “Creo que hay un 90% de probabilidades de que empiece a llover antes del atardecer”, estará apelando a la probabilidad subjetiva.
La probabilidad subjetiva, en definitiva, es una manera de cuantificar la probabilidad de ocurrencia de un suceso a partir de factores individuales de ponderación. Este recurso puede resultar útil cuando no existe otro modo de cuantificar que sea más fiable. De hecho, nos apoyamos en él a lo largo de nuestra vida para articular nuestras actividades de una forma más natural y espontánea, ya que no sería posible controlar cada suceso.
Incluso las personas que tienen una marcada tendencia a la exactitud y la precisión apelan a la probabilidad subjetiva en su día a día para estimar un gran número de cosas, más allá del tiempo meteorológico. Por ejemplo, si tenemos que ir a hacer la compra un día festivo y no estamos seguros de que abran los supermercados, antes de buscar la información específica solemos arriesgar una respuesta basándonos en la realidad de los años anteriores.