La etimología de prójimo nos lleva al vocablo latino proxĭmus. La primera acepción que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario alude a una persona cualquiera.
Prójimo, de todos modos, suele tener un uso más específico. Por lo general se recurre a esta idea cuando se pretende nombrar a un individuo respecto de otro, vinculando a ambos a través de la solidaridad.
Considerar al otro como un prójimo es sentirlo cercano. El prójimo es un semejante por el cual se experimenta empatía, ya que se entiende que tiene sentimientos y emociones similares a los propios.
El amor al prójimo
En el terreno de la religión, sobre todo en el cristianismo y en el judaísmo, el amor al prójimo es uno de los preceptos más importantes. Se espera que el creyente, como hijo de Dios, respete y estime al prójimo tal como lo hace con sus seres queridos e incluso consigo mismo.
Ser solidario con el prójimo, en este marco, aparece como un mandato ético. La moral indica que, si un ser humano está en problemas, hay que ayudarlo debido a que se trata de un prójimo.
En este marco, tener indiferencia ante el prójimo, o no respetarlo, supone una falta a los valores considerados positivos en una sociedad. Solo teniendo en cuenta al prójimo es posible construir una comunidad cuyos integrantes convivan en paz y en armonía.
Solidaridad y empatía
Si bien solemos asociar este concepto y lo que implica en nuestra vida con la doctrina cristiana, tratar bien a los demás con el objetivo de vivir en armonía debería ser la base de la existencia, independientemente de sus creencias. Esto es cierto porque el planeta en el que nacemos no es de un solo individuo, sino de todos y a su vez de nadie: las plantas, los animales y las personas que habitamos la Tierra deberíamos sentirnos agradecidos de las posibilidades que nos da y aceptar los límites que nos impone, para que los demás tengan las mismas oportunidades que nosotros.
Quizás la compasión sea el sentimiento más importante de todos: llegar a sentir de forma genuina el sufrimiento ajeno, incluso si el otro no es de la misma especie o si nunca hemos atravesado una situación similar. Si podemos sentirnos identificados con el prójimo de esta forma tan cristalina, tan pura, entonces seremos uno y de este modo podremos brindarle el trato que se merece. Otro de los puntos fundamentales en las relaciones sociales es no actuar por interés, es decir, no esperar algo a cambio.
No tener prójimo
También encontramos en el diccionario la locución verbal no tener prójimo con el sentido de «no sufrir por las desgracias ajenas» o «tener el corazón endurecido». Las locuciones verbales son grupos compuestos por un mínimo de dos palabras que tienen un comportamiento semántico y sintáctico equivalente al de una sola; dicho de otra manera, su significado no se puede deducir combinando el de sus partes, sino que debe aprenderse.
El uso de esta locución verbal se puede apreciar en la siguiente oración de ejemplo: «No puedo entender que Pablo sea tan rígido, es que ¡no tiene prójimo!». Si intentásemos deducir el significado de esta locución partiendo de sus componentes, diríamos que la persona mencionada, Pablo, no tiene gente a su alrededor; sobra decir que estaríamos equivocados, ya que no es ése el mensaje. Sin embargo, ser duro de corazón es «no tener empatía», comportarse como si no existiera una conexión entre uno y los demás, algo que sólo puede pasar si «no hay nadie alrededor».
Cabe resaltar, por otra parte, que el término en femenino (prójima) suele adquirir un matiz peyorativo. Se menciona como “prójima” a una mujer que tiene un comportamiento reprochable o cuestionable.