Un término griego se convirtió, en el latín, en prosodĭa. El desarrollo etimológico derivó finalmente en prosodia, un concepto de nuestra lengua que se emplea para nombrar a la rama de la gramática encargada de la acentuación y la pronunciación.
La prosodia, por lo tanto, examina las características fónicas, los tonos y los acentos. Su objeto de estudio es la manifestación de las palabras, analizando la acentuación local y la entonación general de una frase.
Prosodia, la gramática de la oralidad
En este punto vale la pena hacer una aclaración. Se denomina gramática al estudio de los diversos elementos que conforman la lengua y sus combinaciones.
Dentro de esta disciplina se encuentra la gramática de la oralidad también conocida como prosodia, que comprende todo lo relacionado con el estudio de los sonidos dentro de la lingüística; es decir, la forma en la que se organiza el hilo fónico valiéndose de diversos mecanismos sin los cuales sería imposible emitir una frase coherente o sonoramente inteligible. Dichos elementos llamados supra-segmentales no son simples adornos, son los pilares que sostienen todo el enunciado y organizan los sonidos de manera que su emisión sea fluida y lógica.
La naturaleza prosódica no sólo incluye el orden sonoro de las sílabas sino también que contiene un bagaje de información sociolingüística, emotiva y dialectal que permite que las personas comprendamos un determinado mensaje que va dirigido a nosotros.
Análisis prosódicos
Algunas de las cuestiones que se analizan dentro de la prosodia son la duración de una oración en el tiempo, la cantidad de sílabas que forman parte de la entonación y la velocidad del habla. Dicho esto cabe mencionar que es importante tener en cuenta que los elementos prosódicos no sólo son muy importantes en la organización de un discurso, sino también en la recepción e interpretación que se realiza del mismo.
A través de la prosodia incluso se transmiten emociones. Esto es posible gracias a la combinación de la entonación, la acentuación, el ritmo y las pausas que forman la prosodia. De acuerdo a cómo se manejen estos fenómenos prosódicos, la comprensión del discurso será más o menos sencilla por parte del oyente.
Prosodia, entonación e intensidad
En nuestro idioma la entonación de las palabras se divide en dos partes: la primera es ascendente y comprende desde el primer sonido hasta la sílaba en la que se encuentra el acento tónico. Y desde ese punto la palabra comienza a descender o ascender dependiendo de si tiene un nuevo acento antes de llegar al final.
A su vez, las palabras se encuentran encadenadas entre sí por lo tanto la entonación ascendente o descendente dependen de si la oración concluye o no al finalizar esa palabra; siendo la elevación indicación de que la frase no está completa y su descenso, la finalización de la misma.
Con todo esto podemos decir que la prosodia no sólo incluye las normas relacionadas con el orden de las sílabas sino también con el sentido que tienen y con los mecanismos ligados a ella. Por esto cada vez que escuchamos un mensaje somos capaces de sentir aparte de los sonidos y del significado de las palabras, el ritmo, la intensidad, las pausas y todo lo que es ajeno a las palabras y tiene más que ver con el contexto que con el texto en sí mismo; esto es posible gracias a la existencia de la prosodia.
Vínculo con la comunicación no verbal
Cabe destacar que la prosodia suele mantener una relación estrecha con la comunicación no verbal.
Si una persona, cuando habla, eleva el tono de su voz, es muy probable que además realice un cierto movimiento con sus cejas. Su discurso, por lo tanto, estará formado por aquello que dice y por cómo lo dice, teniendo en cuenta también sus gestos y su postura corporal.