El vocablo latino providentia llegó a nuestra lengua como providencia. El término menciona aquello que se dispone de manera anticipada o que permite alcanzar una cierta meta. Por lo general, el concepto se refiere a lo que concede una divinidad (en este caso, se escribe con mayúscula inicial: Providencia).
La Divina Providencia, en este sentido, es la acción de Dios y los recursos que entrega a los seres humanos para que éstos puedan subsistir y desarrollarse. Por ejemplo: «Tuvimos muchos problemas, pero logramos salir adelante gracias a la Providencia», «Después de la sequía, sólo nos queda apelar a la Divina Providencia para alimentar a nuestros hijos».
En otras palabras, la Divina Providencia habla de la superioridad de Dios y de la necesidad que los seres humanos tienen de su existencia para que Él les provea las herramientas necesarias para llevar una vida plena. Si bien el catolicismo no contempla la intervención directa en la vida de las personas, no niega su influencia, su inspiración y sus mensajes. Para ser receptor de la Divina Providencia no es necesaria una inclinación religiosa, sino la apertura suficiente como para percibirla y aprovecharla.
La Divina Providencia según la filosofía
Platón, uno de los más reconocidos filósofos griegos, que tuvo a Sócrates como maestro y a Aristóteles como alumno, habló de la Divina Providencia en su obra titulada «Las Leyes«, la cual consta de un «Argumento» y doce libros. Por su parte, San Agustín (uno de los principales pensadores del cristianismo, también conocido como Agustín de Hipona), recogió dicha idea de Platón para mencionar la existencia de este lazo entre Dios y su pueblo, en el octavo libro de su obra titulada «La ciudad de Dios«, dividida en 22 libros.
Continuando con el concepto dentro de los límites del cristianismo, el escritor y teólogo sirio Juan Damasceno definió la Divina Providencia como el cuidado que Dios provee a sus creaciones, y también la serie de reglas y normas que les legó para que llevaran una vida recta y justa. Todo esto se encuentra en su famoso libro titulado «Exposición exacta de la fe ortodoxa«.
Con respecto a la iconografía de la Divina Providencia, una de las representaciones antiguas mostraba a un hombre anciano sosteniendo un cuerno en una mano (el cuerno de la abundancia) y una vara en la otra, con la cual señalaba nuestro planeta a la vez que lo miraba fijamente.
El concepto en la literatura y en el derecho
En el ámbito de la literatura, fuera del contexto de la religión, la Divina providencia puede ser un personaje real que ejerce influencia en los diferentes hechos de la historia. Si bien se puede comparar con el Deus ex machina del teatro griego (un elemento externo que aparece para resolver un problema ignorando la lógica interna de la historia), por lo general impacta el desarrollo en una menor medida, o bien de una forma no tan inmediata y específica.
En el ámbito del derecho, la providencia es una decisión judicial que permite establecer el orden material de un litigio. Este acto que realiza un tribunal posibilita la resolución de alguna petición de una parte o fija el cumplimiento de una cierta medida.
Lugares llamados Providencia
Providencia también es la denominación de numerosas entidades administrativas en diferentes países. Una comuna de Santiago, en Chile, lleva el nombre de Providencia: allí viven poco más de 130.000 personas y hay atractivos como el Palacio Falabella, la casa La Chascona (en la que vivió el poeta Pablo Neruda) y la Iglesia de Nuestra Señora de la Divina Providencia.
En Colombia, Providencia es un municipio del departamento de Nariño y un corregimiento del municipio de San Roque. Providencia también es un distrito de la provincia de Luya, en el territorio del Perú.
Argentina, Bahamas, España y Venezuela son otros países que disponen de ciertos lugares nombrados como Providencia.