Se llama publicación al acto y la consecuencia de publicar: difundir algo o darlo a conocer a través de la impresión u otro mecanismo. El término suele emplearse para aludir al texto impreso.
Del papel a Internet
Los periódicos, las revistas y los libros, en este marco, son publicaciones. Por ejemplo: «Una publicación especializada en economía afirmó que la inflación seguirá creciendo durante el próximo año», «El novelista alemán ya tiene cuatro publicaciones en esta editorial», «Como periodista, trabajé para varias publicaciones deportivas de mi país».
La idea de publicación suele utilizarse con referencia a plasmar un contenido en algún tipo de soporte, ya sea físico o virtual, permitiendo que esté disponible para un cierto público o para la sociedad en general: «La publicación de la fotografía le generó varios problemas al director de la revista», «Muchos se sorprendieron con la publicación del futbolista en su cuenta de Instagram», «El editor decidió interrumpir la publicación de mi columna semanal».
En la actualidad, cualquier obra puede publicarse en formato digital, pero esto tiene sus ventajas y sus desventajas. Por un lado, muchos artistas de diferentes ámbitos encuentran en Internet la posibilidad de difundir sus creaciones sin necesidad de atravesar largos procesos de selección. Antes de la era digital, la publicación era un tesoro reservado para unos pocos, y este carácter elitista no resultaba justo para quienes quedaban fuera.
Sin embargo, el hecho de que todos podamos publicar nuestras obras tampoco es necesariamente beneficioso, porque de alguna forma nos posicionamos en el otro extremo. Ya no existen filtros de calidad ni limitaciones espaciales, al menos no con las características de antes: si intentáramos ubicar todos los libros que se publican al año en librerías físicas resultaría imposible. Claro que nadie nos fuerza a comprar ningún producto, de manera que simplemente podemos ignorar los que no nos interesan, tal y como hacíamos en el pasado.
Al alcance de todos
Actualmente se habla de publicación para hacer mención al material que alguien sube a una red social. Un texto breve en Twitter, una fotografía en Instagram y un vídeo en Facebook, por mencionar algunas posibilidades, son publicaciones.
Internet, de hecho, convirtió a todas las personas en sujetos con capacidad para realizar múltiples tipos de publicaciones. En el pasado, para publicar, había que tener acceso a una imprenta o a un medio de comunicación de masas, lo cual resulta difícil para la mayoría de los individuos. Al día de hoy, en cambio, basta con tener a disposición una computadora (ordenador) o un teléfono con conexión a Internet para la publicación de escritos, imágenes, etc.
Este fenómeno ha dado lugar a una profunda transformación social, con sus inevitables consecuencias positivas y negativas. En el primer grupo podemos destacar el acercamiento de la gente a la tecnología para potenciar sus habilidades: por medio del aprendizaje de nuevos conceptos y el dominio de herramientas que hasta entonces desconocían, muchas personas se dieron cuenta de que la informática también tenía un lugar reservado para ellas, que no debía intimidarlas. De este modo, algunas pudieron incluso mejorar su vida laboral, dejando atrás puestos tradicionales para embarcarse en proyectos modernos y más atractivos.
Pero la cara negativa de la facilidad con la que podemos producir publicaciones es el atentado contra la intimidad, la exposición injusta de un tercero por medio de sus fotos, vídeos y documentos. Ya sea que subamos material que pueda humillar a otra persona o que atente contra sus derechos de autor, entre otras posibilidades, la principal diferencia entre el pasado y el presente es que se ha vuelto extremadamente accesible la propiedad ajena (ya que un gran porcentaje de ella es digital) y no existe un sistema que nos impida usarla para el mal antes de que sea demasiado tarde.