Una pústula es una hinchazón que se produce en la piel debido a la acumulación de pus. El vocablo latino pustula dio origen a este término de uso frecuente en el ámbito de la medicina.
Las pústulas forman parte de lo que se conoce como eflorescencia primaria, que abarca diversas alteraciones que se producen en la epidermis. En este caso, se trata de huecos en la piel que se completan con pus.
La aparición de una pústula puede deberse a diversos motivos. El más común es el acné, una enfermedad que se produce por la acción de una bacteria que infecta el tejido. Las pústulas causadas por el acné suelen aparecer durante la adolescencia debido a desequilibrios hormonales. Aunque estas pústulas no causan grandes problemas de salud y suelen desaparecer de manera espontánea con el paso del tiempo, pueden generar problemas sociales y traumas al adolescente que se acompleja ante las lesiones cutáneas.
Pústula maligna
Se conoce como pústula maligna, carbunco o anthrax, por otra parte, a una enfermedad de tipo contagioso. Su responsable es una bacteria denominada Bacillus anthracis que en la mayoría de los casos produce las pústulas, pero que también puede generar trastornos intestinales y problemas de pulmón.
Esta enfermedad es aguda y grave y entre sus objetivos se encuentran todos los homeotermos (los seres vivos que mantienen su temperatura corporal entre dos límites independientes de la temperatura del ambiente), grupo que nos incluye a los seres humanos. Sus consecuencias varían de acuerdo con el modo de contagio y con el punto en el cual se comience el tratamiento; por lo general, su tasa de mortalidad no es alta. Cuando ataca los pulmones (carbunco pulmonar), por otro lado, sí suele ser letal.
El tratamiento de la pústula maligna suele comenzar con dosis altas de antibióticos. Cuando la infección se da por inhalación, es común que se combinen dos tipos de antibióticos hasta obtener ciertos avances y poder continuar, por ejemplo, con corticosteroides.
La foliculitis
Se denomina foliculitis a la inflamación de uno o varios folículos pilosos, las partes de la piel en las cuales puede crecer el cabello, gracias a su concentración de células madre. Este trastorno puede tener lugar en cualquier punto del cuerpo y entre sus causas más frecuentes se encuentra la bacteria Staphylococcus aureus, también asociada a los forúnculos y los abcesos.
El comienzo de la foliculitis suele darse tras la obstrucción que se produce al afeitarse, el daño que provoca la fricción con las prendas de vestir, o bien los peinados demasiado apretados y muy próximos al cuero cabelludo.
Algunos de los síntomas de la foliculitis son los siguientes:
- Pústulas o espinillas que rodean el folículo piloso afectado, que suelen aparecer en las ingles o en las axilas y pueden generar costras a su alrededor.
- Prurito en la piel.
- Sarpullido.
Con respecto al tratamiento de esta inflamación asociada a la aparición de pústulas en la piel, se suele recurrir a: antibióticos tópicos, tales como la neomicina o la mupirocina (cabe mencionar que si su indicación es inadecuada la foliculitis puede extenderse por casi todo el cuerpo); antiséptico tópico, que funciona en la mayoría de los casos; penicilinas de bajo espectro, tales como la flucloxacina (en Reino Unido) y la dicloxacilina (en Norte América).
Otra acepción del término pústula
Fuera de la órbita de la medicina y de la dermatología, se habla de pústula en referencia a ciertas protuberancias que aparecen en las conchas marinas.
Estas pústulas se generan por la acumulación de calcita, un mineral cuya fórmula química es CaCO3. De acuerdo a los biólogos marinos, las pústulas aparecen sobre el final del proceso de calcificación.