El reconocimiento facial se usa en sistemas de vigilancia.
El reconocimiento facial es el proceso que se lleva a cabo para lograr la identificación de un individuo analizando las características de su rostro. Se trata de un recurso que apela a la biometría para preservar la seguridad.
Cuando una persona pretende acceder a un sistema cuyo control de acceso se basa en el reconocimiento facial, lo que se hace es una verificación de su identidad mediante el estudio de sus rasgos faciales. Completada la comprobación, si los datos personales son coincidentes con los que se almacenan en un registro, se concreta la verificación de la identidad y la autenticación del usuario, quien así supera la barrera de ingreso.
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ResumenCaracterísticas del reconocimiento facial
El reconocimiento facial se desarrolla mediante un programa informático conocido como analizador facial. Este software está preparado para identificar al sujeto partiendo de los datos que obtiene al realizar un análisis de imagen de su rostro.
El analizador facial examina puntos de referencia facial de la persona en cuestión (ya sea en vivo a través de una cámara o en fotografías o videos registrados con anterioridad) y los compara con las imágenes de su archivo. Con algoritmos se ejecuta un procesamiento de imagen para permitir o denegar el acceso según las coincidencias encontradas.
El desbloqueo de dispositivos a través del reconocimiento facial es cada vez más habitual.
El paso a paso
El reconocimiento facial se concreta con una serie de pasos. La primera fase consiste en la detección: hallar un rostro en una imagen. Para esto las máquinas emplean la llamada visión artificial, una herramienta de inteligencia artificial (IA) que suele entrenarse con aprendizaje profundo (deep learning) y que hace posible la automatización de la extracción, el procesamiento y la clasificación de datos obtenidos de una o más imágenes.
La siguiente etapa es el análisis de la imagen del rostro. En este punto, se examina la geometría facial, calculando la distancia entre los ojos, el contorno del mentón y los labios y la forma de los pómulos, por ejemplo. Esto deriva en la obtención de la huella facial del individuo, que es única tal como sucede con la huella digital.
Finalmente llega el reconocimiento facial en sí mismo, que supone identificar al individuo luego de evaluar las concordancias entre los registros. Muchas veces se usan imágenes oficiales del Estado (como la foto de un pasaporte o de un documento de identidad) para concretar la verificación.
Muchos teléfonos inteligentes cuentan con sistemas integrados de reconocimiento facial.
Usos del reconocimiento facial
El reconocimiento facial tiene múltiples aplicaciones y usos vinculados a la prevención y la seguridad. En un sentido amplio, este tipo de tecnología se usa en reemplazo de contraseñas o passwords: en lugar de introducir una combinación alfanumérica, la persona emplea su rostro como mecanismo de identificación.
Un teléfono inteligente, en este marco, puede desbloquearse a través del reconocimiento facial. Solo su propietario tendrá la posibilidad de utilizar el dispositivo al escanear su rostro, mientras que a cualquier otro individuo se le rechazará el acceso.
El reconocimiento facial también se pone en práctica para aprobar operaciones bancarias o con un sistema de pago. En este caso, se dejan de lado la verificación en dos pasos y las contraseñas de un único uso: el cliente solamente tiene que mirar la cámara de su teléfono. Esto permite que la entidad trabaje automáticamente en la detección de fraudes.
El control de fronteras y aeropuertos y el ingreso a un centro de salud, asimismo, pueden agilizarse con el reconocimiento facial. Por otra parte, este instrumento tecnológico contribuye a la prevención de delitos en tiendas (cuando las cámaras de seguridad registran a un delincuente ya conocido ingresando al local) y a la búsqueda de seres humanos desaparecidos.
Ventajas y desventajas
Al reconocimiento facial se le reconocen varias ventajas respecto a otras tecnologías de control de acceso y validación de la identidad. Una de ellas es su facilidad de uso: hoy en día todos los dispositivos móviles modernos cuentan con cámaras frontales y analizadores faciales para cuidar la privacidad del usuario. Por eso es más simple aplicar la identificación biométrica para desbloquear el equipo, acceder al home banking, etc., que establecer contraseñas.
El reconocimiento facial incluso es más eficiente. Los fallos no son habituales y la vulneración de la seguridad por parte de un hacker es altamente improbable.
Como aspecto negativo, en ocasiones el reconocimiento facial no es preciso. Se necesita tener el rostro despejado, estar en un ambiente con buena iluminación y hacer el reconocimiento con una cámara de calidad aceptable para reducir los errores.
Otra cuestión que suele objetarse es la transparencia en el manejo de los datos biométricos y la invasión de la privacidad. Las regulaciones muchas veces no son claras para el usuario, con lo cual el consentimiento al registrar los puntos faciales se da sin un conocimiento real de las implicancias o consecuencias.
Un mal uso de la información biométrica por parte de las autoridades gubernamentales incluso puede derivar en una vulneración de los derechos civiles. Si la Policía analiza los rostros de los manifestantes que realizan una protesta pacífica para identificarlos, puede considerarse que atenta contra los derechos de los asistentes, sobre todo porque no puede saberse con exactitud qué harán las fuerzas de seguridad con esos datos.
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