Reflujo es un término con varias acepciones. Según lo que señala la Real Academia Española (RAE) a través de su diccionario, se trata del movimiento que se produce cuando la marea desciende.
En este sentido, el reflujo es el movimiento de tipo horizontal que realiza la marea al retirarse. Lo contrario sería el flujo, que es el movimiento de la marea creciente.
En el trabajo de laboratorio, el reflujo es lo que se realiza al calentar una reacción para que los procesos se desarrollen a una temperatura que supere la temperatura de ambiente, algo que permite evitar la pérdida del disolvente.
Reflujo gastroesofágico
El reflujo gastroesofágico, por su parte, es un trastorno que se produce en la digestión. Cuando una persona ingiere alimentos, éstos ingresan por la boca, atraviesan la faringe y el esófago y llegan al estómago, donde se combinan con los jugos gástricos. El reflujo implica el regreso al esófago de los alimentos ya mezclados con los jugos gástricos.
Los bebés son los que, de manera habitual, tienen reflujos. Se considera que durante sus primeros seis meses de vida es frecuente que, después de las comidas, lleven a cabo esas regurgitaciones, que son fruto de que su sistema digestivo aún no está maduro.
Consejos para minimizarlos
Numerosos son los consejos que se recomienda llevar a cabo de cara a que los pequeños puedan no verse perjudicados con los citados reflujos y estos puedan dejar de aparecer en el menor tiempo posible. En concreto, se debe apostar porque sus padres acometan las siguientes medidas:
- A la hora de darle el pecho o el biberón, es importante que se haga con tranquilidad procediendo a, cada cierto periodo de tiempo, retirarle la comida y cogerlo en posición vertical para que pueda eructar.
- Tanto cuando está comiendo como cuando se coloca en la cuna para que duerma, es necesario que su cabeza siempre se encuentre más elevada que el resto del cuerpo.
- En los casos en los que se considere que los reflujos del pequeño se salen de toda normalidad lo recomendable es consultar al pediatra para que pueda examinarle y establecer unas pautas o tratamiento, en el caso de que sea necesario. Y es que hay bebés que como consecuencia de la frecuencia y abundancia de los reflujos tienen que hacerle frente a complicaciones en el sistema respiratorio e incluso a esofagitis (irritación del esófago).
Por otro lado, hay que saber que debido a la presencia de los ácidos de los jugos gástricos, el esófago se irrita. El sujeto, por lo tanto, registrará inconvenientes para tragar los alimentos, tendrá una sensación de ardor y puede sufrir tos crónica. La irritación permanente del esófago incluso puede derivar en otras enfermedades, por lo que el reflujo gastroesofágico debe ser tratado.
El reflujo puede producirse por la acción de determinados fármacos, la ingesta de ciertas comidas (como chocolate o café), el incremento de la presión del abdomen (sobrepeso, embarazo, ropa ajustada), el tabaquismo o diversas enfermedades. El tratamiento más habitual incluye el suministro de medicamentos y cambios en la dieta.