Rehacer es un verbo cuyo origen etimológico se encuentra en el vocablo latino refacere. La acción refiere a hacer nuevamente algo que está mal hecho o que se ha roto o descompuesto. Rehacer, por otra parte, también es remediar o reparar.
Por ejemplo: “La maestra me ordenó rehacer la tarea ya que se dio cuenta de que estaba copiada de un compañero”, “Tu madre tiene derecho a rehacer su vida con otro hombre”, “La inundación obligó al Gobierno a rehacer decenas de viviendas que estaba a punto de entregar a los ciudadanos”.
Rehacer como acción material o simbólica
Rehacer puede ser una acción material. Supongamos que un hombre está fabricando una mesa de madera y, por accidente, rompe una de sus patas. Ante esta contingencia, se verá obligado a rehacer la pata que rompió (es decir, tendrá que construirla nuevamente).
En otro contexto, la acción de rehacer puede ser simbólica. Se dice que una persona rehace su vida cuando toma decisiones que modifican radicalmente su existencia. Es el caso de aquel que vuelve a formar una pareja tras divorciarse o de quien toma la decisión de emigrar a otro país: “Juan rehizo su vida con Marta hace veinte años”, “En España perdí todo lo que tenía: voy a instalarme en Finlandia para rehacer mi vida”.
Dejar el pasado atrás para volver a comenzar
Algunas personas se oponen a la validez de la expresión «rehacer mi vida« ya que no se trata de volver a construirla, sino de llevarla en una nueva dirección. Sobra decir que es una observación subjetiva, y que en última instancia cada uno tiene la libertad de describir las etapas que atraviesa como desee.
Después de haber cometido muchos errores, o de un profundo desengaño, nos gusta pensar que podemos comenzar de nuevo, dejar el pasado atrás y convertirnos en individuos nuevos. Por eso hablamos de rehacer, y no de «cambiar de rumbo», ya que esta última expresión habla de mantenerse en una misma fase, de modificar nuestra perspectiva dentro del mismo escenario, y no satisface esa necesidad de dar vuelta la página.
Rehacer un trabajo práctico
En ocasiones, rehacer algo puede ser una orden que pronuncia una autoridad cuando no está conforme con un resultado. Un profesor puede pedir a un alumno que rehaga un trabajo práctico, mientras que el jefe puede solicitarle a un empleado que se encargue de rehacer un plan de negocios.
Este último caso también refleja una sutil diferencia entre la primera idea que nos evoca el término rehacer y el resultado verdadero de la acción: rehacer un trabajo práctico no es tomar todas sus piezas y volver a armarlo, sino quizás hacer uno nuevo, pero mejor que el primero.
Un recurso en la informática
Muchas herramientas informáticas ofrecen la posibilidad de rehacer algo luego de haberlo deshecho. Esta última función es la más usada, y consiste en volver un documento o proyecto al punto en el cual se encontraba antes de nuestra acción más reciente; por ejemplo: en un procesador de texto, lo normal es que al presionar el atajo asignado a deshacer o seleccionar esta función del menú correspondiente, desaparezca la última palabra o el último carácter ingresado, entre otras posibilidades, según la configuración del programa.
Necesitamos deshacer una acción cuando nos equivocamos o en un caso en el cual se nos ocurre una forma de mejorar lo que acabamos de hacer. Sin embargo, muchas veces deshacemos algo que, luego de pensarlo mejor, deseamos volver a tener, y para ello existe la función rehacer. Como es de esperarse, ambas opciones dependen de diversos factores, entre los que se encuentra la cantidad de memoria que el sistema operativo le destine a la aplicación para almacenar las acciones que podemos deshacer y rehacer; en algunos programas, el usuario tiene la libertad de especificar el número máximo, que suele rondar las 30.