Los accidentes y las formas que modifican una superficie plana componen su relieve. Puede tratarse de depresiones o de elevaciones que alteran la fisonomía. Las montañas, los cañones, las sierras y los valles, en este sentido, forman el relieve de nuestro planeta.
El relieve terrestre, por lo tanto, incluye aquellos cambios que pueden advertirse en la superficie del planeta, ya sea a nivel superficial o en el lecho submarino. Puede diferenciarse entre el relieve emergido (que se desarrolla sobre el nivel del mar) y el relieve oceánico (que se encuentra sumergido).
Qué es el relieve continental
La noción de relieve continental se vincula a las formas que existen en los continentes (es decir, a la superficie emergida) y en la zona sumergida más próxima a ellos (que se conoce como plataforma continental). Esta definición nos demuestra que el relieve continental también puede clasificarse como relieve emergido y que forma parte de lo que entendemos como relieve terrestre.
Debido a que los continentes ocupan cerca del 30% de la Tierra, el relieve continental se desarrolla en dicho porcentaje del planeta. En él se incluyen todas las montañas, las mesetas, los valles, las depresiones y las llanuras que se encuentran en la Antártida, América, Europa, África y Asia.
Se puede entender el relieve continental como las zonas de la litosfera que no se encuentra cubiertas por el océano. Desde la llanura pampeana hasta la cordillera de los Andes, pasando por los Alpes y el desierto del Sahara, el relieve continental sobresale en todos los puntos del planeta.
Las macroformas
Si analizamos el relieve continental tomando en cuenta su magnitud, podemos distinguir entre dos grandes grupos: las macroformas y las menores. Veamos a continuación las correspondientes al primero:
* escudos y macizos antiguos: se formaron en el periodo Precámbrico, la etapa más extensa de la historia de nuestro planeta. Se trata de las formas de relieve más antiguas, y sobre ellas han actuado con gran intensidad y durante mucho tiempo tanto la erosión como fuerzas internas que les dieron «nueva vida», les devolvieron la juventud;
* llanuras sedimentarias y cuencas: estas formas de relieve son terrenos que no suelen superar los 200 metros y presentan escasos accidentes geográficos. En América Latina son predominantes los sedimentarios, es decir aquellas llanuras que han nacido encima de grandes cuencas sobre las cuales se han depositado sedimentos por varios cientos de años;
* cordilleras que se formaron recientemente: se trata de alineaciones de montañas que se han levantado en los últimos millones de años, periodo que para la Tierra puede ser considerado «reciente». Algunos ejemplos de este tipo de macroforma de relieve continental son la cordillera de los Andes, las alpinas y el Himalaya. Dado que no han sufrido la erosión durante tanto tiempo como otras formas, las cordilleras formadas en esta época son las más elevadas del mundo.
Formas menores de relieve continental
Entre las formas menores de relieve se encuentran las siguientes:
* terrazas aluviales (o fluviales): son mesas o plataformas sedimentarias de poca extensión que se construyeron en un valle fluvial a causa de los sedimentos del río que quedan a los costados del cauce, donde su pendiente (y, por lo tanto su capacidad de arrastre) disminuye;
* conos de deyección: también se conocen con el nombre de abanicos aluviales, y se trata de formaciones que se asemejan a las terrazas formadas en el punto en el cual un torrente se conecta con una llanura. Los sedimentos que arrastra el primero se van depositando como una especie de abanico y no suelen formar un solo cauce, sino varios, y se abren en las crecidas de mayor intensidad;
* conos superpuestos: en el Valle de la Muerte, en Norte América, se da un claro ejemplo de conos de deyección que se han ido superponiendo. Allí convergen diversos torrentes, los cuales se abren cuando llegan al fondo del valle, un fenómeno que se denomina «coalescencia fluvial».