Sempiterno es un concepto cuya raíz etimológica se halla en el vocablo latino sempiternus. Se trata de un adjetivo que permite calificar a aquello que tuvo un comienzo pero que no contará con un final.
Lo sempiterno, por lo tanto, es perpetuo ya que se extenderá por siempre. Es importante diferenciar entre sempiterno (tiene principio pero no fin) y eterno (no tiene principio ni fin). Un padre que experimenta la muerte de su hijo sufrirá un dolor sempiterno, ya que puede decirse que no tendrá final, aunque comenzó con el momento del deceso de su descendiente. En cambio, de acuerdo a la religión católica, Dios es eterno porque no se le reconoce un principio ni cabe la posibilidad de un final.
La fe y la subjetividad
Por lo general, el uso del concepto de sempiterno acarrea una creencia o una expectativa subjetiva dado que resulta imposible conocer el futuro (y, por lo tanto, saber si aquello que se califica como sempiterno realmente no tendrá final). Por eso lo habitual es emplear la palabra de manera simbólica, sin que realmente se crea que califica a algo sin final.
De este modo, un analista de política internacional puede hablar de un “enfrentamiento sempiterno” para referirse al conflicto entre Israel y Palestina. Esto no quiere decir que la disputa nunca vaya a resolverse sino que, por su antigüedad, pareciera que resulta imposible dicha resolución.
En un sentido similar, alguien podría calificar la Revolución Cubana como sempiterna: se inició en 1959 y desde entonces se mantiene en el poder.
El valor de lo sempiterno
A pesar de que la religión suele asociarse a conceptos que se encuentran más allá de nuestra comprensión, tales como la existencia de una o más divinidades y los vínculos que tengan con ciertas personas que han pasado por la Tierra, la idea de lo sempiterno también forma parte de muchos pasajes y enseñanzas. Dado que la relación que entablamos con la religión tiene un comienzo pero, por lo general, no finaliza, se puede decir que es sempiterna, y del mismo modo podemos calificar la unión en matrimonio según la Iglesia católica.
Desde este punto de vista también podemos analizar otras uniones que se dan entre los seres vivos, que muchas veces tildamos de eternas erróneamente, ya que sí tienen un comienzo, y eso las vuelve sempiternas. Lejos de tener menos valor que una relación eterna, la sempiterna parece más propia de nuestra realidad, es más nítida y tiene un peso mayor ya que podemos entenderla, vemos sus raíces y su evolución paso a paso hasta consolidarse. Una amistad eterna parece tan arbitraria como un matrimonio por conveniencia, mientras que un lazo sempiterno nace un día que siempre recordaremos, y florece con el esfuerzo y el amor mutuos.
El concepto en la literatura
El escritor Ginés S. Cutillas, nacido en Valencia en el año 1973, es autor del libro de relatos titulado «Los sempiternos«. En palabras del escritor Carlos Marzal, sus relatos tienen un efecto medicinal, ya que nos muestran el modo de superar las mofas de la «supuesta realidad» en la cual vivimos los «supuestos reales»: burlarnos de ella y, por qué no, de nosotros mismos.
Ana María Shua, quien también se dedica a la literatura y ha publicado obras de diversos géneros desde finales de la década de los 60, que van desde la poesía hasta el microrrelato, pasando por la novela y el cuento, opina que «Los sempiternos» reúne historias en las cuales su autor combina el ingenio, la elegancia y el humor propios de un escritor que sabe encontrar la diversión en su profesión sin dejar de lado el compromiso. Por su parte, el novelista y poeta Alejandro Pedregosa alaba la maestría con la cual Ginés ha conseguido ensamblar los relatos, en los cuales la realidad se abre para revelar la maravilla.