Un sensor es un dispositivo que está capacitado para detectar acciones o estímulos externos y responder en consecuencia. Estos aparatos pueden transformar las magnitudes físicas o químicas en magnitudes eléctricas.
Por ejemplo: existen sensores que se instalan en los vehículos y que detectan cuando la velocidad de desplazamiento supera la permitida; en esos casos, emiten un sonido que alerta al conductor y a los pasajeros.
Sensor de movimiento y termómetro
Otro tipo de sensor muy habitual es aquel que se instala en la puerta de entrada de las viviendas y reacciona ante el movimiento. Si una persona se acerca al sensor, éste emite una señal y se enciende una lámpara.
La utilización de estos sensores está vinculada a la seguridad, ya que evitan que alguien aproveche la oscuridad para ocultarse e ingresar en la casa sin ser advertido.
El termómetro también son un tipo de sensor que aprovecha la capacidad del mercurio para reaccionar ante la temperatura y, de este modo, permite detectar si una persona tiene fiebre.
Interacción con el entorno
Los sensores, en definitiva, son artefactos que permiten obtener información del entorno e interactuar con ella. Así como los seres humanos apelan a su sistema sensorial para dicha tarea, las máquinas y los robots requieren de sensores para la interacción con el medio en el que se encuentran.
Cuando se desarrollan computadoras capaces de responder a órdenes de voz, por ejemplo, se las provee de micrófonos, que son sensores capaces de captar las ondas sonoras y transformarlas. Si estos sensores están conectados con otros circuitos, la máquina podrá reaccionar al estímulo de acuerdo a lo requerido por el usuario.
Sensor de imagen
Las cámaras de fotos digitales se valen de un elemento conocido como sensor de imagen para captar la luz. Es un chip compuesto de millones de pequeñas partes sensibles a la luz denominadas píxeles (término que deriva de «picture element» o «elemento de imagen»), capaces de capturar una fotografía cuando se las expone.
El sensor de imagen equivale al carrete fotográfico de las cámaras tradicionales. Su tarea es convertir la luz en señales de tipo eléctrico para almacenarlas, medirlas y transformarlas en una representación digital del patrón lumínico que captó. Una vez completado dicho proceso, se obtiene un archivo informático que guarda la imagen, la cual puede ser visualizada en un monitor, o bien destinarse a la impresión en papel.
Resolución y tamaño
El término megapíxel es muy popular a la hora de describir una cámara fotográfica, y se refiere al número de píxeles que componen su sensor, ya que el mínimo aceptable en la actualidad supera el millón. Si bien es necesario tomar otras características en cuenta, es posible decir que el número de píxeles afecta proporcionalmente la calidad de una fotografía, dado que está íntimamente relacionado con la nitidez, con la cantidad de detalle que el dispositivo puede captar de una escena.
Además de la resolución del sensor, su tamaño también influye en el resultado, ya que repercute en la densidad de píxeles (la cantidad de píxeles por unidad de medida al cuadrado) y el tamaño de estos últimos está relacionado con la calidad: a mayor tamaño, mejores resultados y más sensibilidad.
La forma, asimismo, es la responsable de las proporciones de la fotografía, lo que se conoce como «relación de aspecto «. El formato más común es 3/2, que ofrece una representación bastante cercana a la percepción del ojo humano.
Por último, existen varias tecnologías utilizadas para la fabricación de los sensores de imagen; los más conocidos en la actualidad son: CCD y SuperCCD, ampliamente adoptados en fotografía y en vídeo; CMOS, que requiere de menos energía y resulta más económico de producir; Foveon X3, el único de los mencionados en esta lista que no interpola los colores (no completa la información faltante con algoritmos preestablecidos) para generar la imagen final.