El concepto de sindéresis cuenta con un largo recorrido etimológico que se inicia con el vocablo griego syntēreîn (traducible como “cuidar” u “observar de cerca”). Dicho término llegó al griego bizantino como syntḗrēsis, que en el latín medieval derivó en synderesis.
Una virtud
La idea de sindéresis alude a la sensatez y la rectitud a la hora de realizar un juicio. La noción está vinculada a la prudencia y la discreción.
Puede decirse que la sindéresis es una virtud. Gracias a esta capacidad, un individuo emite juicios y decide de manera reflexiva y con inteligencia. La insensatez, en este marco, es lo opuesto a la sindéresis.
La sindéresis hace que una persona actúe con sentido y sin necedad. Por eso es imprescindible en quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia. Además debe ser una de las cualidades presentes en los gobernantes, en los dirigentes y en aquellos que tienen a su cargo la toma de decisiones.
A nivel general, en definitiva, podemos decir que la sindéresis es una aptitud del sujeto que emite juicios de forma correcta. Puede considerarse como un hábito intelectual o práctico.
Para la filosofía
Para la filosofía, la sindéresis es la facultad del entendimiento que brinda acceso al conocimiento de los principios generales de la moral. Por otra parte, la sindéresis también está asociada al uso adecuado del lenguaje para la expresión precisa de las decisiones y los juicios adoptados.
Dicho de otra manera, la filosofía entiende el concepto de sindéresis como esa capacidad que tiene nuestra alma para no confundir el bien con el mal, para percibir y reconocer los principios más altos de la moral. En la actualidad, ya no se usa este término pero en el pasado era el que usaban los escolásticos para afirmar que el ser humano suele contar con las herramientas para actuar de manera correcta, rechazando el mal, y razonable.
En el marco del materialismo filosófico, podemos hablar de la sindéresis de la ética, de una ley fundamental que rige todas nuestras conductas en este plano. Se puede decir que el ser humano decide o entiende que debe hacer el bien, ir por el camino de la moral, ya que gracias a ello puede colaborar con la continuidad de su propia especie. Lo hace no como un acto altruista sino porque se reconoce como parte de ese conjunto, asumiendo que el resto de los integrantes actuará como él, porque también deseará preservar la especie.
Es importante entender que esta forma de comportarse, haciendo uso de la sindéresis para distinguir el bien del mal, no se limita a una etapa de la evolución en concreto, sino que se supone ya podría apreciarse en nuestros antepasados y, dependiendo de la fuente, en otras especies. Las normas de la ética no parecen limitarse a una especie o un momento de la historia, sino más bien formar parte de la esencia de la vida misma, como un recurso indispensable para mantener el equilibrio esencial, ese que, más allá de las ideas pasajeras, impide que nos extingamos.
En el catolicismo
En el catolicismo, en tanto, se considera a la sindéresis como una propiedad cognitiva que, al fijar hábitos, permite comprender con la inteligencia práctica las verdades morales. De acuerdo al escolasticismo, la sindéresis es un precepto de la razón práctica cuyo objeto son los principios esenciales del acto moral.
La diferencia principal entre la concepción filosófica y la católica de la sindéresis es que de acuerdo con la primera los seres humanos nacemos con esta capacidad, mientras que la segunda afirma que es gracias a los conocimientos que recibimos de Dios que aprendemos a distinguir lo moral de lo inmoral. Debemos aprender antes de juzgar nuestras acciones y las ajenas.