A la condición de técnico se la denomina tecnicismo. Puede decirse, en este marco, que el tecnicismo se vincula a dominar o ejecutar una técnica: un conjunto de recursos y acciones que permiten desarrollar una práctica artística o científica.
Por ejemplo: «Es un chef de enorme tecnicismo que conoce las propiedades químicas de todos los ingredientes que emplea», «El bailarín hizo gala de su tecnicismo con una demostración excepcional de sus habilidades«, «Creo que este actor no dispone del tecnicismo necesario para interpretar a un personaje con estas características».
También se llama tecnicismo a las voces especializadas que se utilizan en el lenguaje de una ciencia, una disciplina artística, etc. Un tecnicismo, por lo tanto, puede ser una palabra propia de un ámbito específico del conocimiento.
Es importante mencionar que los tecnicismos no forman parte del lenguaje coloquial. Esto hace que, por lo general, resulten difíciles de comprender para el común de la gente: «Acudí a un abogado para que me brinde asesoramiento, pero al hablar utilizó tantos tecnicismos que no entendí casi nada», «Los economistas suelen recurrir a tecnicismos y no permiten que la población sepa de qué están hablando», «El biólogo presentó un ensayo destinado a la comunidad científica, con una gran cantidad de tecnicismos».
El uso de tecnicismos puede resultar extremadamente útil en un grupo de personas que pertenecen al mismo campo o profesión, pero molesto e irrespetuoso si se usan frente a quienes no puedan entenderlos. Como se menciona en algunos de los ejemplos expuestos más arriba, es común que ciertos profesionales hagan uso de estos vocablos específicos para confundir a sus clientes, por ejemplo. También están quienes los aprovechan para ostentar sus conocimientos, y suelen recibir envidia como respuesta por parte de su entorno.
Claro que entre colegas puede repercutir en un ahorro de tiempo considerable, además de proporcionar una mayor fluidez a la comunicación para resolver los problemas profesionales con mayor eficiencia.
Existen miles de tecnicismos, y nadie los conoce todos, pero dentro de cada rubro son comunes y resumen en una palabra o un término compuesto diferentes conceptos cuya definición tiene una extensión mucho mayor; por ejemplo, entre los programadores informáticos pueden hablar de «booleano» (que se lee «buleano») para hacer referencia a un tipo de dato que solamente acepta dos valores, los cuales por lo general se representan mediante las etiquetas «verdadero» y «falso», aunque también se puedan asignar los números «1» y «0» en ciertos lenguajes.
Si un programador le quiere sugerir a uno de sus compañeros que «use un booleano», no tiene la necesidad de definir el concepto, ya que ambos lo entienden. Claro que si luego les contase a sus padres lo sucedido en la oficina y ellos no tienen conocimientos de programación, recurrir únicamente al tecnicismo no les permitiría comprender la anécdota.
La idea de tecnicismo además refiere a un detalle o vericueto dialéctico o expresivo que es aprovechado con un cierto fin: «El jugador evitó la sanción gracias a un tecnicismo del reglamento», «No voy a permitir que un asesino quede en libertad por un tecnicismo legal», «Las aseguradoras tratan de apelar a tecnicismos para minimizar su cobertura cuando ocurre un siniestro».
En el ámbito de la filosofía, este término hace referencia a un sistema en el cual el conocimiento técnico y la tecnología gozan de una confianza prominente frente al resto del saber y resultan esenciales para toda la sociedad. Comenzó a usarse a lo largo del Renacimiento, un movimiento cultural que tuvo lugar en el oeste del continente europeo entre los siglos XV y XVI. Al día de hoy, se encuentra más presente que nunca por medio de propuestas tales como la prolongación de la vida o incluso la obtención de la inmortalidad fusionando nuestro cuerpo con componentes tecnológicos.