Un testamento es un testimonio escrito que deja una persona para manifestar su última voluntad, decidiendo cómo se repartirán sus bienes una vez que muera. El término proviene del vocablo latino testamentum.
Por ejemplo: “En su testamento, el cantante decidió que su lujosa mansión de Malibú quede para su sobrino Michael”, “Ya he escrito mi testamento: lo custodia mi abogado, quien sólo lo dará a conocer cuando yo esté muerto”, “Sorpresa por el testamento de la actriz norteamericana, quien decidió no dejar nada a sus hijos ni a su esposo”.
El testamento como acto jurídico
El testamento se constituye como un acto jurídico. La persona en cuestión, a través de este acto, establece qué individuos dispondrán de sus bienes después de su muerte.
Cabe destacar que el testamento no siempre se limita a las cuestiones patrimoniales, sino que también puede aportar datos sobre otros asuntos (el sujeto puede reconocer a un descendiente, por citar una posibilidad).
Motivo de enfrentamientos familiares
Si bien los feroces enfrentamientos por el testamento parecen ligados exclusivamente a los ricos y famosos, resulta sorprendente descubrir que se trata de uno de los eventos más comunes de las familias numerosas. Es un hecho lamentable a simple vista, una escena muy triste que dice mucho acerca de las prioridades de cada persona y de la frialdad con la que se relaciona con sus supuestos seres queridos.
Cabe señalar que esta voracidad con la que muchos observan el patrimonio de sus mayores no comienza tras su fallecimiento, sino que a veces se origina varios años antes, y se intensifica hasta convertirse en una especie de obsesión: sobran las historias de hijos que hacen todo lo que pueden para evitar que sus padres usen su dinero con libertad; especialmente cuando estos últimos han alcanzado una edad avanzada, los primeros intentan apoderarse de sus cuentas bancarias para asegurarse de que el testamento les dejará una herencia lo más jugosa posible.
El testamento a través de obras
La idea de testamento también refiere a las últimas obras que desarrolla un sujeto, en las cuales refleja los aspectos más importantes de su trabajo o de su pensamiento.
La intención del individuo es que, en el futuro, sea considerado o evaluado a través de estas obras: “Estoy terminando una novela de más de 500 páginas: será mi testamento literario”.
El concepto en el cristianismo
En el cristianismo, por último, se divide la Biblia en dos testamentos: el Antiguo Testamento (que se centra en hechos ocurridos antes del nacimiento de Jesús) y el Nuevo Testamento (escrito tras el nacimiento de Jesús).
El canon cristiano define el Antiguo Testamento como la primera sección de la Biblia, donde encontramos diversos libros de tipo sapiencial, profético e histórico, tales como el Génesis, los dos libros de Samuel, Proverbios y el Libro de Zacarías. El número total de libros que contiene esta primera parte varía según el grupo religioso: para la Iglesia ortodoxa, son 51; para la católica, 46; los protestantes reconocen 39.
El Antiguo Testamento es una obra de gran complejidad, donde coexisten diversos géneros y textos escritos en varias épocas de la historia del pueblo hebreo. Cabe señalar que ni «Biblia» ni «Antiguo Testamento» son nombres que los judíos de habla hebrea o las confesiones cristianas hayan usado.
La segunda parte de la Biblia es el Nuevo Testamento, y en ella se encuentran libros y cartas cuya redacción tuvo lugar tras el nacimiento de Jesucristo. Como dato interesante, algunos estudiosos aseguran que el término «testamento» no refleja el verdadero significado de la palabra que en un principio hacía referencia a estos dos conjuntos de libros (diatheké, del griego), sino que lo correcto sería hablar de antiguo y nuevo «convenio« o «deseo» de Dios con el ser humano.