La idea de texto proviene del vocablo latino textus, que alude a una «trama». El término puede emplearse para nombrar a los enunciados escritos u orales que forman un conjunto coherente.
El adjetivo funcional, por otra parte, refiere a aquello vinculado a una función (una tarea, una capacidad o una representación, según el contexto). Algo funcional es eficaz o responde a la utilidad de su uso.
Se llama texto funcional, en este marco, al contenido que apunta a propiciar una reacción o una conducta del receptor a partir de la transmisión de una cierta información. Por eso se dice que el texto funcional recurre específicamente a la función apelativa del lenguaje.
Características de un texto funcional
El texto funcional está centrado en el receptor ya que lo incita a llevar a cabo una determinada acción. Para cumplir con su objetivo, su mensaje tiene que ser claro y directo, evitando la ambigüedad y lo intrincado.
Por lo general, el texto funcional se presenta como una guía. Al ofrecer instrucciones o recomendaciones, facilita la realización de una tarea, enseña sobre un tema o sirve como fuente de consulta.
Un texto funcional puede adoptar distintas formas o desarrollarse con diferentes estilos. Un material publicitario, técnico o periodístico, por mencionar algunas posibilidades, puede ser funcional.
Algunos ejemplos
Tomemos el caso del manual de instrucciones de un teléfono celular o móvil. A lo largo de sus páginas, explica cómo poner en marcha el aparato, configurarlo, cargar su batería, etc. Por lo tanto, se puede afirmar que este manual de instrucciones es un texto funcional: quien lo lee, adquiere conocimientos para operar el teléfono, con lo cual empieza a actuar según lo aprendido.
Un libro con recetas de cocina también puede considerarse como un texto funcional. Las recetas presentan paso a paso cómo deben realizarse las preparaciones gastronómicas, indicándole al lector qué tiene que hacer.
Si consideramos una nota periodística que informa cómo completar un trámite ante un organismo del Estado, dicho artículo puede clasificarse como un texto funcional. El autor de la nota señala qué tienen que hacer los ciudadanos para realizar el procedimiento en cuestión con éxito.
Practicidad de un texto funcional
La clave de un texto funcional es que sea práctico o útil. El comportamiento que se busca en el receptor solo puede lograrse si el contenido suministrado resulta apropiado.
Retomando los ejemplos mencionados líneas arriba, si el manual de instrucciones no incluye datos básicos no podrá cumplir con su función. Lo mismo ocurrirá si el libro con recetas de cocina no detalla los ingredientes de cada una, o si la nota periodística omite pasos esenciales para realizar el trámite.
Es importante tener en cuenta que el texto funcional no tiene una finalidad estética. Un contenido puede estar escrito de una manera bella, con un vocabulario muy rico, pero sí carece de practicidad, no será funcional.
Por eso, se puede sostener que un texto funcional adquiere y mantiene esta calificación únicamente cuando su lenguaje es adecuado para su fin. Si el autor se deleita con su manejo del lenguaje pero no consigue la reacción del receptor, no logrará construir un texto funcional.