Torniquete es un término de nuestra lengua que procede del vocablo francés tourniquet y tiene varios usos. En el ámbito de la medicina y de los primeros auxilios, se conoce como torniquete al procedimiento que se lleva a cabo para frenar una hemorragia.
El torniquete puede llevarse a cabo con una cinta o un brazalete que permita ejercer presión y comprimir la zona afectada. Por lo general el objetivo es impedir el derramamiento de sangre, aunque en ocasiones el torniquete se aplica cuando no hay herida pero se pretende lograr la diferenciación de una vena con la finalidad de realizar una extracción de sangre.
La primera vez que se documentó el uso de este procedimiento para controlar el sangrado fue en 1674 y tuvo lugar en medio de enfrentamientos militares. Cabe mencionar que el torniquete sólo se aplica en heridas de brazos y piernas.
Beneficios y riesgos de los torniquetes
En el ámbito profesional de primeros auxilios, la práctica de un torniquete no está muy bien vista, al menos cuando no se lleva a cabo correctamente; de hecho, existen múltiples historias de lesiones que empeoraron por esta causa y acarrearon la necesidad de amputar el miembro afectado.
Si bien un torniquete mal aplicado puede dañar los tejidos en lugar de facilitar la curación, en las manos adecuadas puede resultar verdaderamente útil y necesario. Para ciertas hemorragias, especialmente las más graves, esta técnica puede ser el mejor modo de proceder. En los campos de batalla, el torniquete sigue siendo muy usado, especialmente por la velocidad con la que se puede realizar y por el hecho de no requerir un constante seguimiento; además, permite que el paciente pueda controlar su propia herida, ya que el procedimiento no acarrea ningún tipo de sedación.
Cuando una persona sufre un incidente en la vía pública y se necesita detener una hemorragia, es probable que alguien lo asista creando un torniquete de manera improvisada. Una herida de arma de fuego o de arma blanca que provoca una intensa pérdida de sangre puede tratarse provisoriamente con un torniquete realizado con una camiseta, un trozo de pantalón o cualquier otro tejido que permita comprimir la zona de la herida.
Cómo realizarlo
El secreto para conseguir que el torniquete cumpla su función adecuadamente es apretarlo lo suficiente como para que el flujo de sangre arterial se detenga; es importante que en las arterias existe una mayor presión que en las venas, y por eso la fuerza necesaria es mayor. Claro que debemos tomar la precaución de no excedernos al amarrar el torniquete, o bien corremos el riesgo de destruir los tejidos. A mayor amplitud de la zona afectada, más presión se necesita, y esto complica aún más las cosas.
Si el torniquete no tiene la presión suficiente, entonces es probable que la hemorragia empeore a causa de detener solamente el retorno de la sangre por las venas, pero no su flujo por las arterias, de manera que aumente la fuerza del sangrado. Del mismo modo, sólo una persona con la formación adecuada debería retirar el torniquete, y nunca dejarlo puesto durante demasiado tiempo.
El torniquete como control de acceso
Un torniquete o molinete, por otra parte, es un mecanismo que sirve para controlar el acceso a un determinado espacio. Estos torniquetes se componen de barras que, al ser empujadas por la persona, giran cuando el paso está habilitado o actúan como freno en el caso contrario. La habilitación del paso puede darse de manera manual o a través de una aprobación por vía electrónica.
Para acceder a una estación de tren o para ingresar a un estadio de fútbol, por citar dos posibilidades, es probable que la gente deba atravesar un torniquete con una tarjeta, una entrada, un boleto, etc.