Transeúnte, que deriva del vocablo latino transiens, es un adjetivo que permite calificar a quien está transitando por un sitio. Un transeúnte, por lo tanto, es alguien que pasa por una cierta zona.
La noción de transeúnte, en este marco, suele emplearse como sinónimo de peatón o viandante: una persona que camina por una vía pública. Por ejemplo: «Me molestan los automovilistas que no respetan a los transeúntes», «El motociclista perdió el control de su vehículo y terminó embistiendo a un transeúnte», «Los transeúntes también deben respetar las indicaciones de los semáforos».
Una de las características evidentes del transeúnte pero necesarias para la organización de la vía pública es que no es un conductor, es decir que no se desplaza haciendo uso de un coche sino que lo hace a pie. Esto nos abre las puertas a un amplio número de posibilidades, en particular si incluimos en la ecuación a las personas mayores, a los niños pequeños, a quienes llevan a sus bebés en carritos y a cualquier individuo que presente una discapacidad física que le impida caminar por sus propios medios y que, por lo tanto, necesite de la ayuda de muletas o una silla de ruedas, por ejemplo.
Todas estas personas, y las que no se incluyen en la lista, necesitan que el Gobierno les garantice su seguridad. Deben poder moverse con libertad por la calle sabiendo que si respetan las normas la presencia de vehículos motorizados no pondrá en riesgo su integridad física y que sus necesidades particulares también serán tenidas en cuenta a la hora de diseñar los espacios públicos.
Los transeúntes con movilidad reducida necesitan de rampas y otros recursos para subir y bajar de las aceras con facilidad. También es obligatorio adaptar los semáforos para que las personas no videntes puedan cruzar las calles sin peligro: para ello existen sistemas sonoros que representan las luces con diferentes patrones de pitidos.
Las aceras también deben contar con zonas en las que su superficie tenga distintos patrones de «granulado» para que al pisarlas las personas no videntes puedan entender si se encuentran cerca de un obstáculo, al borde de las vías del tren, a punto de alcanzar el bordillo o una escalera, entre otras cuestiones que podrían causarles accidentes si no les advirtieran de su presencia. Se trata de las superficies podotáctil, también conocidas como bandas de vigilia de vigilancia.
Aunque pueda parecer una obviedad, cuando las personas se encuentran en un espacio público cerrado, como ser un centro comercial, no se habla de «transeúntes», ya que todos ellos entran en esta categoría sin excepción.
Otro uso de transeúnte refiere a aquel que carece de residencia fija. Los transeúntes, en este sentido, son nómadas, ya que solo se instalan en un espacio de manera transitoria y luego se marchan a otra parte. El concepto además puede vincularse al sujeto que no está establecido en un espacio, sino que solo se encuentra de visita o de paso: «En el verano se multiplican los accidentes de tránsito por la población transeúnte que llega a la localidad a disfrutar de la playa», «Durante muchos años, estas montañas recibieron a pueblos transeúntes que se quedaban algunos meses y luego seguían su marcha», «Mi hogar es el mundo, soy un transeúnte».
En el terreno de la filosofía, se menciona como transeúnte a lo que es producido por un agente y su efecto finaliza fuera de él. Según sus características, las acciones pueden ser transeúntes o inmanentes. La acción transeúnte implica que su efecto incide en otro agente diferente; la acción inmanente, en cambio, que el efecto se queda en el propio individuo.
