Los átomos se componen de electrones (que tienen carga negativa y orbitan en torno a un núcleo), neutrones y protones. A través de una fuerza conocida como enlace químico, los átomos permaneces unidos.
Este enlace o unión puede desarrollarse de distintos modos. En la caso de la unión iónica, se produce cuando los electrones se transfieren de un átomo a otro. En la unión covalente, en cambio, los electrones no son transferidos, sino que se comparten.
Unión iónica y regla del octeto
Las uniones químicas se vinculan a la llamada regla del octeto, que señala que los átomos tienen tendencia a completarse con ocho electrones con el objetivo de lograr la estabilidad. De este modo, para llegar a este número, los átomos comparten, aceptan o ceden electrones.
Retomando el caso de las uniones iónicas, los átomos captan o entregan electrones de acuerdo a la regla del octeto. Por la atracción electrostática que existe entre iones de diferente signo (uno electronegativo y otro electropositivo), uno de los átomos recibe electrones del otro. Así se desarrolla un compuesto químico de tipo simple, que no implica una fusión.
Vínculo entre un metal y un no metal
La unión iónica suele vincular un metal con un no metal. El metal cede electrones, formando cationes estables. El no metal, a su vez, recibe estos electrones que se desprenden del metal, dando lugar a un anión que también dispone de una configuración estable.
Cabe destacar que, más allá de la regla del octeto, existen excepciones. El hidrógeno, por ejemplo, alcanza el octeto con dos electrones, mientras que el aluminio lo hace con seis.
Características de la unión iónica
Toda unión iónica tiene una serie de características bien definidas, como ser las siguientes:
* presentan enlaces de una fuerza considerable, y esto depende en gran medida de la naturaleza de los iones;
* cuando se encuentran a temperatura ambiente, son sólidos y su estructura, desde el punto de vista de la cristalografía (ciencia que estudia y resuelve estructuras cristalinas, o sea las formas sólidas del orden y el modo en el que están empaquetadas las moléculas, los iones y los átomos), es cristalina. Es importante señalar que las denominadas «sales derretidas» o «líquidos iónicos» no cumplen con este punto, sino que son líquidas;
* sus puntos de fusión y de ebullición son altos, aunque pueden disminuir si el enlace posee un alto carácter covalente;
* resultan de la interacción entre dos grupos: los metales I y II, y los no metales VI y VII;
* dado que el agua presenta dipolo eléctrico, que es capaz de solvatar los iones para compensar la energía de red cristalina, las uniones iónicas son solubles en agua. Esto no es válido para todos los compuestos, y entre las razones se encuentra la escasa energía de solvatación o el carácter covalente;
* ya en una disolución acuosa se convierten en perfectos conductores de electricidad, dado que los iones son liberados;
* de forma opuesta al punto anterior, una unión iónica en estado sólido no es conductora de electricidad, debido a la poca movilidad de sus iones en la red.
Un experimento
Para comprobar estas últimas dos características de las uniones iónicas es posible realizar un pequeño experimento con elementos fáciles de conseguir, aunque es importante tomar ciertos recaudos para evitar accidentes. Si creamos un sencillo circuito eléctrico para alimentar una bombilla de luz, con un cable cortado en dos partes y unido mediante un bloque de sal, el resultado será nulo; del mismo modo, si reemplazamos la sal con agua, tampoco se encenderá la bombilla.
Sin embargo, si disolvemos abundante sal en agua y sumergimos los dos extremos del cable, finalmente el circuito funcionará como esperamos, ya que los iones disueltos de la sal podrán moverse y buscar el polo opuesto de la pila.