Un vericueto es un sitio al que resulta muy difícil acceder o que es arduo de transitar. El concepto puede emplearse en un sentido físico o simbólico, vinculándose a los rincones o recovecos que no se dejan ver con facilidad.
Por ejemplo: «Hay abogados que siempre están buscando los vericuetos legales para liberar a los delincuentes», «Las autoridades deben fumigar todos los vericuetos de la ciudad para evitar que la plaga siga expandiéndose», «Estamos atrapados en un vericueto burocrático y nadie nos brinda una solución».
Con respecto a su etimología, estamos ante un particular caso de falta de información para llegar a deducirla: por un lado, los diccionarios más importantes apenas dan pistas vagas acerca del origen del término, que pueden percibirse a través de la forma en la que elaboran su definición; por otra parte, los estudiosos de la lengua no consiguen dar con una fuente precisa y definitiva, y por eso se abren diferentes caminos posibles.
Vericueto legal
Es habitual que la noción de vericueto se emplee en el ámbito legal. Se habla de vericuetos cuando alguien busca o encuentra alguna norma u ordenanza de poca trascendencia para modificar el alcance de otra ley de mayor trascendencia social.
Supongamos que, por ley, está prohibido que un gobierno realice obras públicas sin llamar a licitación. Un gobernante, sin embargo, descubre un vericueto legal: una normativa de un siglo atrás permite desarrollar las obras públicas de forma directa cuando «está en riesgo el bienestar de la nación». El dirigente, de este modo, alude a dicha norma para seguir adelante con su iniciativa.
Su incidencia
Los vericuetos legales son recursos que por lo general marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso de proyectos de gran envergadura. Muchas veces, el resultado del trabajo de meses o años se ve amenazado por cuestiones que no pueden ser modificadas de un día para el otro, ya que responden a complejas estructuras legales. Sin embargo, dicha complejidad acarrea fisuras, elementos que no han sido adecuadamente revisados a lo largo de los años, y que se contradicen con los más significativos, con aquellos cambios recientes que bloquean la toma de ciertas decisiones.
Encontrar y saber aprovechar un vericueto legal no es una virtud que posea cualquier persona: no basta con haber estudiado Leyes, sino que requiere de una especial intuición, de una perspicacia fuera de lo común. Por otro lado, la suerte también juega un papel fundamental en estos casos, y así se dan interesante situaciones propias de «estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado».
Claro que no siempre el vericueto abre las puertas a proyectos o acciones bien intencionadas: más de una denuncia ha sido anulada por errores ortográficos en el nombre del acusado, y esto representa un ejemplo básico de cómo aprovechar ciertas reglas para evadir un problema legal, aunque se trate de una acusación legítima.
El vericueto como encrucijada o embrollo
También se entiende por vericueto a una encrucijada o un embrollo. Un hombre debe pagar 500 pesos a la compañía de electricidad antes de las 18 horas o le cortarán el suministro. La persona no tiene el dinero en mano, aunque un contratista le debe un pago. A menos de una hora del plazo para saldar su deuda, el sujeto está en un vericueto: duda entre ir a reclamarle el pago a su deudor, solicitar una improbable prórroga a la empresa o buscar a alguien que le preste el dinero.
En este último ejemplo puede apreciarse la dificultad a la que hace referencia la acepción objetiva del término vericueto: «camino accidentado, estrecho y tortuoso, por lo general elevado, por el cual no es fácil moverse» o «sitio quebrado y áspero, por el cual sólo es posible caminar con dificultad».