Una empresa es una unidad económico-social, integrada por elementos humanos, materiales y técnicos, que tiene el objetivo de obtener utilidades a través de su participación en el mercado de bienes y servicios. Para esto, hace uso de los factores productivos (trabajo, tierra y capital).
Las empresas puedan clasificarse según la actividad económica que desarrollan. Así, nos encontramos con empresas del sector primario (que obtienen los recursos a partir de la naturaleza, como las agrícolas, pesqueras o ganaderas), del sector secundario (dedicadas a la transformación de bienes, como las industriales y de la construcción) y del sector terciario (empresas que se dedican a la oferta de servicios o al comercio).
De acuerdo al tamaño y al nivel de sus operaciones, es posible diferenciar entre una microempresa, una pequeña y mediana empresa (PYME) o una multinacional, entre otras categorías. Un mismo emprendimiento puede cambiar de magnitud: una empresa familiar, con el paso del tiempo, puede transformarse en una gran corporación con miles de empleados y una enorme infraestructura gracias a sus ventas.
Empresas según su constitución y titularidad
Otra clasificación valida para las empresas es de acuerdo a su constitución jurídica. Existen empresas individuales (que pertenecen a una sola persona) y societarias (conformadas por varias personas). En este último grupo, se puede distinguir entre una sociedad anónima, una sociedad de responsabilidad limitada, una sociedad colectiva, una sociedad comanditaria o en comandita y una sociedad de economía social (cooperativas), entre otras.
Las empresas también pueden ser definidas según la titularidad del capital. Así, nos encontramos con la empresa privada (su capital está en mano de particulares), la empresa pública (controlada por el Estado), la empresa mixta (el capital es compartido por particulares y por el Estado) y la empresa de autogestión (el capital es propiedad de los trabajadores).
La administración de empresas, por su parte, es una ciencia social que se dedica al estudio de la organización de estas entidades, analizando la forma en que gestionan sus recursos, los procesos y los resultados de sus actividades.
Cómo iniciar un emprendimiento
En la actualidad abrir una empresa es más fácil que nunca, ya que en muchos casos la mayoría de los trámites se pueden realizar desde casa a través de Internet. Sin embargo, esto no significa que no se requiera una gran inversión de energía y esfuerzo para hacerla crecer y tener éxito en los negocios. Quizás la comodidad que nos ofrecen las tecnologías actuales nos llevan muchas veces a tomar malas decisiones a causa de subestimar la importancia del compromiso.
Antes de dar el primer paso debemos definir con mucha precisión las características de la corporación que deseamos tener. Esto abarca su finalidad y su tipo de organización, cosas que se pueden determinar partiendo de preguntas de tipo «para qué«, «para quiénes» y «de qué manera». A nivel personal, es también fundamental preguntarnos «por qué» deseamos embarcarnos en ella; si bien esto puede parecer irrelevante para el público, del lazo que exista entre el fundador y su empresa dependerán varios factores que hacen a su crecimiento, a su visión y a su trato con los consumidores.
Conociendo el mercado de la empresa
Una vez que tenemos bien en claro estas cuestiones debemos hacer un estudio de mercado, más o menos formal, para saber si ya existen compañías similares. De ser así, es importante saber si el mercado está saturado de ellas o si aún hay un espacio en el cual pudiéramos ubicarnos. Seguir adelante con un proyecto por el mero capricho de satisfacer la necesidad suele conducir a un fracaso rotundo que podría evitarse con la humildad: si nuestra idea no es adecuada para el contexto económico y social del momento, nos conviene retroceder un paso y buscar una nueva.
Estos son los rudimentos del nacimiento de una empresa, pero ninguno de los aspectos técnicos se compara en dificultad como la paciencia necesaria para verla crecer desde un proyecto en papel hasta una fuente constante y fiable de dinero, en especial si pretendemos convertir a la firma en nuestro único sostén económico para hacer frente a todos los gastos. Debemos armarnos de fuerza para superar diversos obstáculos administrativos y saber que quizás no percibamos dinero hasta después de varios meses o incluso más de un año.
El plan de negocios
El plan de negocios es muy importante en una empresa. Se trata de la estrategia que, plasmada en documentos, detalla cuáles son los objetivos y cómo se pretende alcanzarlos.
Puede asociarse el plan de negocios a la estrategia empresarial. Es importante tener en cuenta múltiples variables, como la inversión en publicidad y marketing, el registro de la marca para proteger la propiedad intelectual, la determinación del sistema de producción y la definición de la logística, de forma tal que se minimicen los riesgos y se acote el margen de error.
Resulta clave, asimismo, elaborar un análisis FODA para identificar las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las amenazas de la empresa. Otro aspecto a considerar es el estudio de la competencia: hay que saber cómo sacar ventaja con los productos propios para superar al competidor, ganar cuota de mercado y luchar por el liderazgo.
La empresa del siglo XXI
La empresa del siglo XXI debe atender diferentes cuestiones para ser competitiva. Los integrantes de la junta directiva, o en su defecto el gerente, director o CEO, tienen que estar a la vanguardia para conocer nuevas tendencias y propiciar la actualización.
De este modo, la innovación y la investigación y desarrollo (I+D) son pilares de las empresas modernas. La transformación digital, con la digitalización de procesos y el impulso del e-commerce, es indispensable para mejorar la calidad, favorecer el crecimiento y lograr el cumplimiento de las metas.
Tampoco se puede obviar lo que se conoce como responsabilidad social empresarial (RSE). Las empresas de hoy deben ser conscientes de su impacto social, con lo cual sus actividades tienen que resultar amistosas con el medio ambiente y estar en sintonía con criterios de sostenibilidad. De lo contrario, es probable que la comunidad les dé la espalda.