El acto de amagar alude a realizar el ademán de hacer algo, pero sin concretarlo.
Etimología
La etimología de amagar podría proceder del gótico af-maga, que se traduce como «desamparar», según indica la Real Academia Española (RAE). Dicho vocablo, a su vez, deriva de magan (traducible como «tener fuerza»).
Otra versión de su etimología apunta al término árabe ámag («andar de forma amenazadora»), el cual tiene la raíz semítica *AMG («adoptar una actitud brusca»). Algunos términos que derivan del verbo amagar son amago, amagamiento y amagatorio. El primero es la acción misma de amagar; el segundo es «una quebrada de escasa profundidad»; el tercero es «un escondite».
Amenaza o engaño
Amagar puede funcionar como una amenaza o a modo de engaño. El amago permite evidenciar la intención de concretar una acción en el corto plazo, aunque esto no siempre significa que finalmente se lleve a cabo. De hecho, que la persona que amaga realice o no la acción no siempre depende de ella: si bien puede echarse atrás por el miedo, también puede verse interrumpida por un tercero.
Veamos algunos ejemplos con el término en contexto para entender mejor los matices de su significado: «Luego de amagar con pegarle a su vecino, el hombre se tranquilizó, se sentó y aceptó dialogar», «No tiene sentido amagar con renunciar: si quieres irte, hazlo directamente y no pierdas el tiempo», «Pese a amagar con no acatar las decisiones del entrenador, el jugador finalmente se puso a disposición del cuerpo técnico».
En el primer ejemplo la intención del sujeto probablemente fuera agredir físicamente a su vecino, de manera que el amague podría haber llevado a la acción de golpearlo; sin embargo, a último momento cambió de parecer y priorizó la palabra. El emisor del segundo aconseja a su interlocutor actuar de una manera determinada con respecto a su trabajo, para aprovechar mejor su tiempo. Por último, tenemos el caso de un deportista profesional que amenazó con ignorar las reglas, pero al final se echó atrás.
Tomemos el caso de alguien que amaga con golpear a otra persona. Su idea es atemorizar al otro, pero en realidad no está dispuesto a concretar el ataque. Lo que hace es levantar el brazo y moverlo como si estuviera a punto de lanzar el golpe. Claro que esta situación puede tener diferentes desenlaces: la otra persona puede reaccionar mal y darle un golpe preventivo, o bien asustarse y cubrirse la cara, echarse a llorar, salir corriendo, etcétera.
En el deporte
Amagar es una práctica frecuente en el terreno del deporte. Si nos centramos en el fútbol, quien avanza con el balón puede amagar que va a hacer un pase o que pateará al arco con el objetivo de confundir al defensor.
En el básquetbol o baloncesto, amagar es útil para que el defensor salte o se mueva: de este modo, si el amago o amague es efectivo, el jugador que tiene la pelota puede lanzar sin oposición, incrementando las posibilidades de anotar.
También podemos hablar de la acción de amagar en el voleibol. En este deporte, los jugadores que están en la posición más cercana a la red pueden amagar con la ejecución de un remate para confundir a sus contrincantes. Esto puede hacerse de diferentes maneras, y no siempre debe concluir con el remate. Por ejemplo, dos o más jugadores pueden saltar hacia el balón, uno tras otro, amagando el remate para que el equipo contrario no sepa quién lo ejecutará. Ante tal estrategia, se espera que el bando contrario se prepare para la recepción del balón, descuidando ciertas partes del campo, donde pueden intentar anotar los primeros.