El vocablo griego asýndeton, que puede traducirse como “desligado”, derivó en el latín tardío asyndĕton. A nuestro idioma arribó como asíndeton, un término que se emplea en el terreno de la retórica.
Fluidez y dinamismo
El asíndeton implica obviar conjunciones en un discurso con el objetivo de producir un cierto matiz. De este manera se puede aportar energía a lo expresado, por mencionar una posibilidad.
Al evitar los nexos que deberían incluirse en una enumeración, el asíndeton recurre a una pausa para no resentir el significado, pero permitiendo que el texto gane en fluidez. La sensación que genera esta figura literaria se vincula a lo efervescente o lo dinámico.
El ejemplo más conocido de asíndeton es la expresión “Veni, vidi, vici”, atribuida a Julio César. Dicha frase se traduce como “Vine, vi, vencí” o “Llegué, vi, vencí”.
“Oro, lilio, clavel, cristal luciente” (Luis de Góngora), “¡Trabaja, muévete, agítate para comer!” (Gustavo Adolfo Bécquer) y “Los niños, de blanco, juegan, chillan, sudan, llegan” son otros ejemplos de asíndeton que pueden encontrarse en el ámbito de la literatura.
Lemas y eslóganes
El asíndeton también aparece en lemas o eslóganes. La llamada Regla de las Tres Erres, por mencionar un caso, consiste en “reducir, reutilizar, reciclar”, tres acciones que deben llevarse a cabo para minimizar la huella ecológica y el daño que el ser humano provoca al medio ambiente.
De acuerdo a esta regla, las personas deben “reducir” el consumo, “reutilizar” productos y “reciclar” residuos para disminuir la cantidad de desechos que se generan y así bajar el nivel de contaminación. Con la intención de facilitar la memorización de estas pautas y provocar un efecto estético, lo habitual es que se apele al asíndeton y mencionar “reducir, reutilizar, reciclar”, sin la Y que sería lógico incluir (“reducir, reutilizar y reciclar”).
Si esta regla se compusiera usando la conjunción Y, el efecto sería más propio de una imposición, de una orden que nos da alguien con más poder que nosotros. Por lo tanto, el impacto que causaría en el receptor sería diferente y podría provocar un cierto rechazo, ya sea por rebeldía o por falta de empatía con la causa. En cambio, la fluidez que le aporta la ausencia total de conjunciones permite que se produzca la sensación de infinito, de movimiento constante, algo que inconscientemente nos lleva a querer «perseguir» el lema, a atraparlo y hacerlo nuestro.
Esto se puede observar en otros ámbitos de la vida. Por ejemplo, las prohibiciones suelen generar el deseo de rebelión, mientras que la total libertad suele derivar en un desperdicio de oportunidades. Somos una especie extremista y difícil de incentivar, por lo cual es mejor encontrar un punto medio, que no sea terminante, para captar nuestra atención y mantenerla en el tiempo.
No todo está dicho
El asíndeton tiene otro matiz que lo vuelven más accesible al receptor: no parece contener la totalidad de los conceptos, sino que deja espacio para agregar más elementos. Esta no siempre es la intención del emisor, sobre todo si usa este recurso para contar un hecho que vivió él mismo, pero sí puede ser cierto en casos como el lema del ejemplo anterior, donde se mencionan tres verbos claves, pero nadie dice que no podamos sumar otros también útiles para la causa.
Es precisamente esta sensación de libertad, aparente o deseada, la que permite que el lema resulte más atractivo para quien lo recibe. No nos gusta que nos impongan las ideas, pero si nos las sugieren nuestra predisposición cambia considerablemente. Podríamos decir que al final de una frase construida con asíndeton existe la idea de «entre otras cosas», de que las mencionadas son «tan sólo algunos ejemplos».