Se denomina auto sacramental a una obra de teatro de carácter religioso. Se trata de un drama litúrgico que suele tener un acto y se basa en alegorías.
Desde el siglo XVI y hasta el siglo XVIII, era habitual que el auto sacramental se representase durante el Corpus Christi. Sin embargo, en 1765 este género fue prohibido por impulso de los pensadores ilustrados. Con el tiempo, diversos autores retomaron los autos sacramentales, como Rafael Alberti y Gonzalo Torrente Ballester.
Características de un auto sacramental
Los autos sacramentales se basan en dilemas morales o en representaciones de escenas de la Biblia. En sus comienzos, las obras se presentaban directamente en las iglesias o en plazas, aunque luego pasaron a los teatros.
Los autos sacramentales comienzan con una loa a modo de introducción y se cierran con música y baile y un final apoteósico. De acuerdo a la temática, los autos sacramentales se dividen en bíblicos, teológicos, marianos o hagiográficos, entre otros.
Puede afirmarse que el objetivo principal de un auto sacramental es contribuir a la difusión de la doctrina católica. Estas obras recurren a personajes arquetípicos y permiten que el espectador saque sus propias conclusiones de los acontecimientos representados.
Del Medievo a la Ilustración
Es importante mencionar que el concepto de auto tenía en la Edad Media el significado de representación teatral, y podía ser religiosa o profana. Otros nombres por los que se conocía este tipo de obra en aquella época son misterio y moralidad, en particular cuando el tema era de carácter religioso. Fue recién a partir de mediados del siglo XVI que comenzaron a referirse a ella usando la denominación auto sacramental. Algunas de las personas que más influyeron en su desarrollo inicial fueron Lucas Fernández, un dramaturgo y músico de origen español, y Gil Vicente, un dramaturgo portugués.
Como menciomanos al principio, el Corpus Christi solía estar asociado con el auto sacramental. Sin embargo, esto recién puede afirmarse desde el año 1520, a través de la obra del español Hernán López de Yanguas, Farsa sacramental, a la cual le siguió otra similar pero anónima en 1521. La primera comenzó a representarse desde aquel entonces. Tres décadas más tarde, el Concilio de Trento afirmó que la fiesta del Corpus Christi debía celebrarse como una victoria de la verdad por encima de la herejía, para confundir a los infieles con la alegría universal de los católicos.
Uno de los mejores momentos del auto sacramental con respecto a su popularidad y aceptación por parte de la Iglesia tuvo lugar entre 1525 y 1550. En este marco debemos mencionar al poeta y dramaturgo de España Diego Sánchez de Badajoz, quien destacó por el carácter eucarístico sin participación de personajes alegóricos. También destacó el Auto de los hierros de Adán, en el cual este personaje se relaciona con otros que personifican diez símbolos, entre los que se encuentran el Libre Albedrío, la Ignorancia, la Caridad, la Misericordia y la Fe.
El carácter narrativo de los autos sacramentales fue diluyéndose a la vez que se volvieron más alegóricos y doctrinales. En el siglo XVII, Pedro Calderón de la Barca y otros autores terminaron de moldearlos para darles la forma final. A lo largo de la Ilustración, un movimiento que surgió a mediados del siglo XVIII y dio pie a una revolución social y cultural, el auto sacramental comenzó a decaer hasta que se prohibió. Algunos de sus detractores fueron Nicolás Fernández de Moratín y José Clavijo y Fajardo.
El concepto en el teatro y en la música
El español Pedro Calderón de la Barca (1600–1681) es uno de los autores de autos sacramentales más reconocidos. Entre sus propuestas de este tipo es posible mencionar “La cena del rey Baltasar” y “El gran mercado del mundo”, por ejemplo.
Auto Sacramental, por último, es el nombre de una banda musical formada por Jorge Mills y Wilfred Artaza. El grupo nació en 2018 en Madrid (España).