Barullo es un concepto que procede del vocablo portugués barulho. El término alude al desconcierto, lío, despelote o desbarajuste que se suele generar cuando se mezclan diferentes elementos.
Por ejemplo: “Anoche nos fuimos temprano de la fiesta porque había mucho barullo”, “El delantero brasileño encontró la pelota en medio del barullo y logró anotar el único gol del partido”, “Me gustan los lugares donde no hay barullo y puedo estar tranquilo”.
El barullo como ruido
Muchas veces la idea de barullo se utiliza con referencia al ruido que se genera en un sitio donde hay mucha gente conversando.
También se le dice barullo al sonido muy fuerte de un equipo de música o de algún tipo de máquina en funcionamiento: “Con el barullo que hay en este bar ni siquiera puedo escucharte”, “¡Qué barullo! ¿No puedes apagar la música por un rato?”, “Este equipo de aire acondicionado hace mucho barullo”.
Una situación confusa
En otros contextos, barullo alude a una situación confusa, en la cual resulta difícil pensar o actuar con claridad o precisión.
Supongamos que, en un partido de fútbol, en una misma jugada la pelota rebota tres veces contra los postes del arco y cuatro jugadores se caen en el área. En este marco, los deportistas se desconciertan y no tienen en claro en qué lugar está el balón. De pronto, en medio del barullo, un futbolista logra dominar la pelota y patea al arco, logrando marcar un gol. Podría decirse que este jugador, ya sea por capacidad, por intuición o por azar, consiguió ubicar la pelota en el barullo y sacó provecho de esa situación.
Barullo como algarabía infantil
Este término también se usa para describir la algarabía y el griterío típico de un grupo de niños y adolescentes que puede apreciarse en las escuelas, especialmente cuando salen al recreo, durante una hora libre o bien cuando finaliza el turno y puede regresar a sus casas. En este caso no se trata de algo negativo, pero el ruido que producen no es menos confuso que el de una situación de emergencia, y los padres, con mucha menos energía que ellos, deben luchar por encontrar a sus hijos y conseguir que dejen sus conversaciones para más tarde, ya que para los adultos «el tiempo apremia».
Otro ejemplo de barullo causado por los más pequeños se da en los barrios, cuando salen a la calle para jugar con sus amigos, despreocupados por el efecto que los decibelios de sus gritos puedan causar en los mayores o en los vecinos que intentan dormir la siesta. Una vez más, este barullo no es negativo, sino que ocurre como resultado del volumen de vitalidad que tenemos durante la infancia; de hecho, muy a menudo dibuja una sonrisa en el rostro de los adultos que, por otro lado, anhelan la calma.
La etimología
Retomando la etimología del término, en la lengua portuguesa se trataba de una aféresis de un vocablo más antiguo, embrulho («enredo o paquete envuelto»), que a su vez procedía de la palabra latina involucrum (que puede traducirse como «envoltorio»). El concepto de aféresis se define como la anulación de uno o más sonidos al inicio de una palabra, el cual puede ocurrir como parte de la evolución de la misma, algo muy común cuando pasa de un idioma a otro.
Con respecto al vocablo latino involucrum, está relacionado con volvere, un verbo cuya traducción es «rodar, dar vueltas, envolver o girar», el cual por su parte llegó a nuestra lengua a través de diferentes palabras, como «volver, volumen, voluble, envolver, orujo, revolver, rebujar y rebujo». La lista continúa, y las ramificaciones son muchas, aunque siempre dejan en claro que el origen de barullo ya hacía referencia a algo enredado, torcido o difícil de entender.